BEATO HILARIO BARRIOCANAL QUINTANA
12 de agosto
1936 d.C.



   Excepto tres años que estuvo en Hortaleza, su residencia fue la casa provincial de Madrid. Hasta 1916 fue profesor de filosofía, teología, hermenéutica, historia eclesiástica y derecho. Dejó las clases al ser nombrado administrador de la revista María Milagrosa, publicación creada para encauzar la devoción a la Virgen Milagrosa en España y en el extranjero. Al mismo tiempo desempeñó los cargos de maestro de ceremonias, prefecto de la basílica de la Milagrosa, y capellán de dos colegios de Hijas de la Caridad. En 1921 fue nombrado secretario del P. Visitador, cargo que desempeñó hasta la muerte. Entre sus muchos servicios litúrgicos en la basílica, merece la pena destacar la consagración episcopal del beato D. Manuel Basulto Jiménez el 16 de enero de 1910. Es impresionante comprobar que el martirio del obispo Basulto y el martirio del que fuera su maestro de ceremonias, P. Barriocanal, ocurrieron en diferentes puntos de Madrid, pero el mismo día, 12 de agosto de 1936, dentro de la misma persecución religiosa, del mismo intento de destruir la Iglesia en España y por el mismo motivo: ser sacerdotes de Cristo.

   MARTIRIO: Después de un tiempo con el P. Paradela poniendo a salvo los documentos importantes de la comunidad, sobre el 2 o el 3 de agosto, el P. Hilario Barriocanal se refugió en la comunidad de Hijas de la Caridad del consultorio Gota de Leche, sito en el n.º 9 de la calle de la Espada, de donde era capellán. El portero, lo recibió gustoso en su vivienda, simulando ser un pariente suyo e hizo todo lo posible por evitar su muerte. El 11 de agosto de 1936, hacia las 6 y media de la tarde se presentaron en La Gota de Leche siete milicianos armados buscando a un fraile. En el registro le encontraron un pasaporte para Francia, cosa natural, porque el P. Barriocanal como secretario del provincial hacía frecuentes viajes a la casa madre de París. Toman el pasaporte los milicianos y le dicen: “Cuando te quieres fugar, algo temerás. ¡Arrea con nosotros!”. Ese día lo llevaron detenido al palacio del marqués de Perales en la calle Magdalena, pero su muerte se decidió en la iglesia de Santa Cristina, en la carretera de Extremadura, convertida en checa comunista de las milicias voluntarias de Mangada. Lo fusilaron en la Casa de Campo el 12 de agosto de 1936. Es uno de los días que más matanzas de religiosos hubo en Madrid.

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(Parroquia San Martín de Porres)