BEATO HERCULANO DE
PIEGARO
28 de mayo
1451 d.C.
Natural de
Piegaro (Perugia). A los veinte años vistió el
hábito franciscano, proponiéndose imitar a san Francisco
de Asís en el ardor de la caridad y en el celo
apostólico. Tuvo como maestro al beato Alberto de Sarteano,
quien con san Bernardino de Siena, Santiago de la Marca y san Juan de
Capistrano fueron las columnas de la Observancia, de aquel providencial
movimiento para volver la Orden del los Hermanos Menores a la pureza
genuina de la Regla. Consagrado sacerdote, ejerció el ministerio
de la predicación recorriendo pueblos y ciudades con gran
provecho de las almas que volvían a Dios con la práctica
de la vida cristiana. Uno de los argumentos que desarrollaba con
preferencia era la Pasión de Cristo. Un viernes santo predicando
en Aquila representó tan vivamente a Cristo sufriente y muerto
en la cruz, que los fieles prorrumpieron en llanto.
Después de haber anunciado con valor y ardor el Evangelio,
llegaba a los conventos de retiro y soledad, donde en perfecto
silencio, en oración asidua, en penitencia austera, se recargaba
su espíritu de nuevo fervor. Destacó por la austeridad de
vida e increíble abstinencia.
En 1429 su ilustre maestro, beato Alberto de Sarteano lo
tomó como compañero en una misión especial en
Palestina, donde, por orden del papa Eugenio IV iba para tomar
posesión de los Lugares Santos en nombre de la Orden de los
Hermanos Menores. La visita a los lugares santificados por la vida de
Jesús, de María y de los Apóstoles dejó en
el corazón de Herculano una marca imborrable. Después de
algunos meses volvió a su patria completamente trasformado,
listo a reemprender su camino apostólico.
En 1430, mientras predicaba la cuaresma en el duomo de
Lucca, los florentinos asediaron la ciudad. Herculano se ofreció
como mediador de paz, se interesó en socorrer a los sitiados, y
faltando los víveres, ocultamente hizo introducir en el cerco de
la ciudad cuanto era necesario para sostener la población.
Predijo el retiro de las fuerzas enemigas y la victoria de los
Lucenses. La ciudadanía en señal de agradecimiento
cedió al beato el convento de Pozzuolo. Construyó otros
dos conventos en Toscana: en Barca y en Castelnuovo en Carfagna, donde
fue sabio y celoso superior. Murió en Castronovo (Toscana) a los
61 años de edad. Los milagros glorificaron su vida
apostólica y también su tumba. Pío IX
confirmó su culto el 29 de marzo de 1860.