BEATO GUILLERMO PLAZA
HERNANDEZ
9 de agosto
1936 d.C.
Nació en Yuncos (Toledo) en el seno de una familia modesta y
cristiana. Era de salud tan endeble, que su padre creyó que su
vocación era para evitar el trabajo físico. Seminarista
en Toledo, como aspirante a la Hermandad de Sacerdotes Operarios
Diocesanos, siguió sus estudios de Teología en Tortosa.
Estudiante de último año fue destinado como prefecto al
seminario mayor de Zaragoza, donde continuó durante otros tres
cursos y fue ordenado en 1932. El último curso de su vida era
prefecto en el seminario mayor de Toledo.
Demostró su vocación de formador de sacerdotes. De
él dice un testigo: “Fue muy amado de los seminaristas por la
bondad y humildad que respiraba y por el cuidado extremado que
tenía por todos”. Tras el 18 de Julio, pensó en el
martirio junto con sus compañeros, hasta que decidieron salir y
tratar de haller refugio en alguna parte. Salió para ir a casa
del seminarista Antonio Ancos, cuya madre lo mandó llamar desde
Cobisa pensando que allí estarían más seguros.
Pero al llegar a la plaza del pueblo fue reconocido por una joven y la
persona que los había llevado desde Toledo, avisó al
Ayuntamiento que había traído a un sacerdote. Lo
encontraron y no le dejaron despedirse de su madre, pero la Providencia
quiso que los dos muriesen el mismo día. Fue martirizado en el
término de Argés (Toledo), después de intentar
besar la mano del que le iba a matar, y comenzar a bendecir a todos con
el crucifijo: tenía 28 años y cuatro de
sacerdocio. Sus reliquias se veneran desde 1947 en el Templo de
Reparación de Tortosa. Fue beatificado el 1 de octubre de 1995.