BEATO GUILLERMO DE
MONFERRATO
16 de junio
1238 d.C.
Hijo del
marqués de Monferrato. Abrazó la vida
eclesiástica. En 1217 marchó a Roma para celebrar la
Cuaresma y fue huesped del cardenal de Ostia, Hugolino. Aquí
conoció a santo Domingo de Guzmán, que visitaba a menudo
al cardenal; fue conquistado por su modo de actuar y así
nació una cordial amistad. Les gustaba entretenerse en
argumentos espirituales, sobre la propia salvación y la del
prójimo.
Domingo estaba proyectando su Orden y quería una
generación de auténticos apóstoles, especialmente
quería predicar a los paganos. Guillermo lo entendió
perfectamente, pero le faltaba la preparación intelectual.
Tomaron entonces la decisión: Guillermo marcharía a
París y después de dos años, terminada la
Teología, volvería junto a santo Domingo. En 1219,
recibió en Saint-Jacques, de manos de santo Domingo el
hábito de los Predicadores. Guillermo pasó dos
años junto a santo Domingo en el ministerio de salvación
y, durante un año, su principal compañero de viaje.
Guillermo gozó de la amistad de Domingo, amistad hecha de
admiración y respeto, de ideales comunes, de esfuerzos
compartidos a los largo del mismo camino.
Guillermo obtuvo del papa que la Orden de Predicadores
estuviera exenta de cualquier compensación por las Actas
emitidas de la Cancillería. Al final de 1220 el Papa lo
envió a París con cartas dirigidas a la Universidad, a
los benedictinos y a los dominicos de la ciudad. En el 1233 estuvo
presente en Bolonia, cuando se abrió la tumba de santo Domingo y
fue testigo del suave perfume que salió del sepulcro, aunque
sólo quedaban los huesos. También formó causa por
la beatificación de santo Domingo. Luego predicó en el
Piamonte y después partió para las misiones de Oriente
donde trabajó a fondo por la unión de la Iglesia griega
con la Iglesia católica. Es celebrado como Beato entre los
dominicos.