BEATO GUILLERMO DAVIES
27 de julio
1593 d.C.
Nació en el norte de Gales, probablemente en Croes-yn-Eris,
Denbighshire. Estudió en Reims desde 1582 hasta su
ordenación sacerdotal en 1585. Regresó a Gales, donde
trabajó con gran celo hasta marzo de 1591 o 92, cuando fue
arrestado en Holyhead, junto con cuatro estudiantes. Fue encerrado en
una inmunda prisión en el castillo de Beaumaris, y separado de
sus compañeros; allí confesó con franqueza que era
sacerdote. Después de un mes su santidad y paciencia le ganaron
cierta relajación en los controles, e incluso podía
reunirse una hora por día con sus compañeros para
celebrar misa. El carcelero le era hasta tal punto favorable, que
podría haber huído si hubiera querido. Su fama de
santidad atrajo a católicos de todas partes que iban a
consultarle, y de ministros protestantes que iban a disputar con
él.
Cuando fue condenado a
muerte entonó el «Te Deum», que fue seguido
por sus compañeros. La injusticia de la sentencia era tan
evidente, que para acallar murmullos de la gente, el juez
concedió una prórroga en la ejecución, hasta que
la Reina diera el placet. Fue enviado a Ludlow, y allí le
tendieron una celada, haciéndole entrar en un templo anglicano
en el que se celebraban los oficios religiosos con la intención
que pareciera que se había retractado y por ello asistía
a los ritos anglicanos, pero él se dio cuenta del engaño
y desmanteló el simulacro.
De Ludlow fue enviado a Bewdley, donde compartió celda con
criminales comunes, y de allí pasó por otras prisiones,
hasta volver a Beaumaris, donde, para mutuo consuelo, volvió a
encontrar a sus compañeros. Allí llevaron por seis meses
una vida más de comunidad religiosa que de presidiarios,
dividiendo el tiempo entre la oración y el estudio, «con
tanta comodidad que parecía más el cielo que la
cárcel». Pero para el verano se decidió que el
sacerdote debía morir como traidor aunque se le ofreció
conservar su vida a cambio de que asistiera a un oficio religioso
anglicano, a lo que, naturalmente, no cedió. A pesar de la
oposición de la gente, entre la que se había ganado fama
de santo, la cruel sentencia se llevó a cabo y fue colgado,
arrastrado y descuartizado en Beaumaris. Al recibir la soga en el
cuello, el mártir dijo: «Tu yugo, Señor, es suave,
y tu carga ligera». Su vestimenta manchada de sangre fue
rescatada por sus compañeros y preservada como reliquia. Fue
beatificado por SS. Juan Pablo II el 22 de noviembre de 1987.