BEATO GUEBRE MICAEL
1855 d.C.
1 de septiembre
San Guebre Micael,
mártir de Etiopía. Nació en Dibo (Goyyam) en 1791
y frecuentó la escuela en varios monasterios hasta su ingreso en
el de Mertolé-Mariam, donde hizo su profesión. Fue
enviado por sus superiores a los monasterios más insigenes del
norte para completar su formación. Guebre Micael fue un
incansable buscador de la verdad y enseñó a muchos
jóvenes. Uno de ellos fue el futuro emperador Juan III, quien
destronado más tarde por Teodoro, se retiró a Aksum en
donde murió después de haberse hecho católico.
Guebre Micael trabajó incansablemente por la
renovación de la vida monástica. Su apego a las
tradiciones religiosas de su Iglesia copta le creó serios
prejuicios contra la Iglesia Católica. La Providencia dispuso
que se encontrara con Justino de Jacobis, vicario apostólico de
Abisinia, con ocasión del viaje a Egipto para pedir un
metropolita al patriarca de Alejandría. De Jacobis aceptó
la responsabilidad del viaje que le había encomendado el ras
Ubié, príncipe del Tigray, con la condición de
conducir a los peregrinos hasta Roma y Jerusalén. Este viaje, en
1841, y la audiencia con Gregorio XVI produjeron profundas emociones en
Guebre MIcael. De Roma, los peregrinos se dirigieron a Nápoles y
desde allí a Jerusalén, antes de regresar a
Etiopía.
El joven Salama, nuevo metropolita de la
Iglesiaetíope, carecía de formación
teológica y su moral dejaba mucho que desear. Guebre Micael,
después de muchas oraciones y profundas reflexiones,
abjuró en manos de Justino y se unió a su pequeña
comunidad. Sesis años más tarde fue ordenado sacerdote y
fue admitido en la congregación de San Vicente de Paíl.
Trabajó en Alitiena y consiguió la conversión de
muchos compaisanos. Su actividad le atrajo la ira del metropolita
Salama. Este intentó deshacerse del santo monje, pero no lo
consiguió. Hizo que el emperador Teodoro encarcelara a Guebre
Micael y a otros católicos como enemigos de la religión
ortodoxa.
En la prisión de Gondar tuvieron que soportar
grandes sufrimientos: ayunos, flagelaciones, el ghend (tronco de
olivo agujereado) y humillaciones de toda clase. El Beato pudo
continuar su predicación en medio de tantos sufrimientos. La
prisión duró un año. En marzo de 1855, fue
conducido al campo militar de Teodoro en Gebba-Tarara. El emperador lo
interrogó y le propuso volver a la Iglesia Copta. Al negarse,
fue bárbaramente flagelado durante dos horas. Lo dejaron casi
muerto, pero al día siguiente, sus heridas se habían
cerrado milagrosamente. La noticiosa se propagó por todo el
campo militar y muchos visitaron al mártir y le llevaron
regalos. Algunos meses más tarde, Teodoro convocó una
solemne asamblea en la llanura de Baba, en presencia del embajador
inglés Plawden. Guebre Micael tuvo que comparecer de nuevo ante
el emperador. Fue invitado a renegar de la fe católica, pero
él no aceptó la autoridad de los jueces, porque Plawden
era protestante.
Teodoro, enfurecido, lo condenó a ser fusilado. Por
intervención del embajador inglés y de otros dignatarios,
la condena le fue conmutada a cadena perpetua. Fue sujetado con cadenas
en la cárcel y, cargado con ellas, tuvo que ir
detrás del emperador que marchaba hacia el sur para atacar a los
Galla. Las cadenas hicieron que se le hincharan los pies y el viaje lo
dejó extenuado. Sus guardianes, compadecidos, le ofrecieron una
cabalgadura, pero Guebre Micael, presentía que el final estaba
próximo. El 28 de agosto de 1855, apoyó la cabeza sobre
una piedra, dijo unas pocas palabras a los presentes y, después
de haber rezado, exhaló su espíritu. Su cuerpo, con las
cadenas que lo ataban, fue depositado junto a un ciprés, pero el
lugar de su sepultura no ha sido identificado hasta hoy. Fue
beatificado el 31 de octubre de 1926.