BEATO GRIMOALDO DE LA
PURIFICACIÓN SANTAMARÍA
18 de noviembre
1902 d.C.
Se
llamaba Ferdinando Santamaría. Nació en Pontecorvo,
Frosinone, Italia, en el seno de una familia de fabricantes de
cordeles. Desde niño se sintió inclinado hacia las cosas
de Dios; en su adolescencia se inscribió en la
Congregación Mariana de la Inmaculada; se enriqueció
interiormente con la comunión diaria y se formó en el
estudio. A los 13 años decidió hacerse pasionista, a
pesar de las primeras reticencias de su padre, que empleó
métodos muy rigurosos para hacerle desistir.
A los 16 años
ingresó en el noviciado de Paliano, donde se distinguió
por su espíritu de intensa piedad y por su transparencia con su
director espiritual. Tomó el nombre de Grimoaldo por la
devoción al santo protector de Pontecorvo. En 1900
profesó como pasionista, que fue para él una "muerte
mística para un divino nacimiento", en frase de san Pablo de la
Cruz.
Fue trasladado a
Ceccano, la casa de estudios teológicos y filosóficos de
la Congregación; los estudios le resultaron difíciles,
pero él vive "siempre jovial aún en las humillaciones, en
la contrariedad y en las dificultades del estudio". Los estudiantes
tienen poquísimo contacto con el mundo exterior y viven en
prácticas desconocidas a la gente. Sin embargo la fama de
Grimoaldo sobrepasa el recinto de la casa religiosa: las personas que
viven en torno al convento han notado su bondad y se encomiendan
confiados a su oración. Y, dicen, lo hace con resultados
positivos. Las oraciones de Grimoaldo obtienen las gracias solicitadas.
Se dedicó al
cuidado del presbiterio, la lámpara del Santísimo y el
jardín; al mismo tiempo fue creciendo en vida interior con
Cristo. A los 18 años,
sintió un profundo dolor en la cabeza, y se le
diagnosticó: meningitis aguda, y sobrellevó la enfermedad
con ánimo santo. Grimoaldo en efecto "brilla en aquella
paciencia de la cual ha dado siempre pruebas admirables y continuamente
repite que acepta la enfermedad como voluntad de Dios, recomienda a los
compañeros que lo ayuden con la oración para no perder la
paciencia y el ánimo para abrazar la cruz. Con una
alegría que le brilla en el rostro" se declara
"contentísimo de hacer la voluntad de Dios". "En los
últimos instantes de su vida su rostro se vuelve
espléndido como el sol y sus ojos están fijos en un punto
de la habitación. Se apaga al caer el sol "calmado, sereno y
tranquilo, como niño que dulcemente reposa entre los brazos de
su madre". Los padres no están presentes en su muerte: Grimoaldo
se les aparecerá confortándoles. Vivirán serenos;
contentos de haber tenido un hijo así. A él se
dirigirán con la oración en sus necesidades. Sus restos
reposan en la iglesia del convento de Ceccano. Fue beatificado por
Juan Pablo II el 29 de enero de 1995.