BEATO FRANCISCO PALEARI
7 de mayo
1939 d.C.
Nació
en Pogliano Milanese, en el seno de una modesta familia. Pronto
sintió la vocación sacerdotal y la necesidad de trabajar
entre los pobres más pobres del Cottolengo, así a los 23
años, con una dispensa papal, es ordenado sacerdote del
Instituto Cottolengo.
A
pesar de su juventud y su baja estatura, encontró pronto acomodo
en el Cottolengo: durante 53 años será maestro,
predicador, confesor y director espiritual, adornando siempre su
actividad con una sonrisa. En el Cottolengo se decía que era el
“Canónigo bueno”, de don Francisquito decían simplemente
que era “el cura que sonríe”. Su sonrisa conquista: los
niños, los obispos, los curas, las nobles mujeres, el pueblo,
monjas y seminaristas, le buscan necesitando un consuelo, un consejo de
aquel cura que hace sonreir al corazón.
Tuvo
una extrecha amistad con el fundador de los misioneros de la Consolata,
san José Allamano, que le pidió que confesase a los
suyos. También la diócesis torinese, el obispo le
encargó confesar a los seminaristas, predicar ejercicios
espirituales, confesar a varios institutos de religiosas; los quiso
provicario de la diócesis, consultor para el traslado de los
sacerdotes y docente en el seminario, aunque alguno, más por
envidia que por convicción, decía que en Turín se
podría encontrar algo mejor en cuanto inteligencia y capacidad.
Cómo
don Francisco pudo cumplir con tantas misiones es un misterio; porque
además de su trabajo en la diócesis seguía
trabajando en el Cottolendo: siempre obediente, sin lamentarse.
Tenía el don de discernimiento de espíritu y de
penetración, y también taumatúrgicos. Si él
no dijo basta, su corazón no resistió y tuvo que dejar
toda actividad y guardar cama hasta su muerte que fue
rápida. Fue beatificado
por Benedicto XVI el 17 de septiembre de 2011.