BEATO FRANCISCO MAYOL
OLIVER
23 de julio
1936 d.C.
Francisco Mayol Oliver nació en el
término de San Joan (Mallorca) en 1871. Tras una misión
popular predicada por los Misioneros de los Sagrados Corazones, el
joven Mayol acudió a los sacerdotes para consagrarse a la vida
religiosa. A los pocos días ya residía en el santuario de
Lluc. En 1895 recibió la sotana y la faja del Instituto en el
que se alistaba como Hermano Coadjutor. El año siguiente
emitió la profesión perpetua.
Finalizada su
formación recorrió varias residencias. Ejerció de
enfermo, de cocinero, de hortelano... Siempre solícito, piadoso
y con su toque de rústica ingenuidad. Cuando se permitía
algunos momentos de descanso en el trabajo físico, se
sumergía en la lectura de biografías de santos. Los tres
últimos años de vida los pasó en el santuario del
Coll, donde le sorprendió la muerte. Allá sufrió
algunos achaques, pero trataba de seguir el ritmo que requerían
los quehaceres de la casa. Hasta llegaba a tener un cierto sentido de
culpa a causa de sus dolencias. En ningún caso exigía
privilegios o atenciones especiales. Los superiores convenían en
que era un hombre de Dios y una garantía para la buena marcha de
la casa donde residía.
Cuando sus
compañeros de comunidad decidieron que había que
abandonar la residencia, el Hno. Mayol se resistió. Pensaba que
ningún daño iba a sucederle, dada su edad y su aspecto.
Cuando posteriormente los milicianos incendiaron el templo, por tres
veces apareció el Hno. Mayol con un ramo de hierbas para sofocar
las llamas. Le amenazaron con matarle.
El 20 de julio de
1936, ante el acoso de que eran objeto los religiosos, fueron invitados
a trasladarse a una tienda de comestibles muy cercana al templo.
Allí permanecieron los tres: el P. Simón, el P. Miguel
Pons y el Hno. Francisco Mayol, también parte del día 21.
Dado que no cesaba su búsqueda, la Sra. Prudencia Canyelles les
ofreció su residencia (la torre Alzina), situada a mayor
distancia, como escondite. Allá se trasladaron el mismo martes,
día 21, al declinar el día. El día 23, al
anochecer, fueron los milicianos a la mencionada Torre Alzina y
tirotearon a los religiosos a medida que salían de la sala. El
P. Simón iba el primero de la fila de los que fueron fusilados.