VENERABLE FRANCISO
MARÍA PABLO LIBERMANN
1852 d.C.
2 de febrero
Nace en una
pequeña ciudad de la región francesa de Alsacia llamada
Saverne el 12 de abril de 1802. El judaísmo era la
religión de su familia y de ahí que su nombre original
fuese: Jacobo.
Era el quinto de nueve hermanos; su padre, Lázaro
Libermann, era rabino y soñaba que su hijo también lo
fuese algún día. En 1824 estudiará en la ciudad de
Metz, donde había una escuela superior judía. Es
aquí donde se entera de la conversión al catolicismo de
su hermano Sansón el 15 de marzo de 1824.
Su siguiente etapa sería en París, en el
colegio de San Estanislao. Este es un tiempo en el cual Libermann le da
muchas vueltas a su vida y a su historia, recordando la religión
de sus padres y confrontando la doctrina cristiana. Poco a poco, la fe
en el Dios cristiano va penetrando su espíritu y su
corazón.
El 24 de diciembre de 1826, a los 24 años, recibe
el bautismo y toma como nombre Francisco María Pablo. Un
año más tarde, habiendo manifestado su deseo de ser
ordenado sacerdote algún día, es admitido en el Seminario
de San Sulpicio.
Es entonces, durante su estancia en San Sulpicio, cuando
comienza a manifestarse la enfermedad que tendría que padecer
durante tantos años : la epilepsia. A pesar de que esta
enfermedad era un impedimento para recibir las órdenes sagradas,
los superiores del seminario de San Sulpicio le permiten quedarse,
aunque debe cambiar de casa y trasladarse a la pequeña localidad
de Issy, cerca de París, donde trabajó durante seis
años como ayudante del administrador.
En 1837 parte hacia la ciudad de Rennes, en plena
Bretaña francesa, para ser ayudante del maestro de novicios de
los Eudistas, donde permanecerá dos años.
Durante su estancia con los sulpicianos, Francisco había tenido
la influencia de los llamados “grupos de piedad”, dos de cuyos miembros
eran Federico Le Vavasseur y Eugenio Tisserant . Con ellos tuvo la
oportunidad de hablar de los proyectos que los dos tenían para
la evangelización de los negros esclavos en las colonias
francesas.
Libermann comenzó a pensar de que manera les
podría ayudar a ellos y a otros jóvenes que
aparecerían más tarde. Ellos, a su vez, le hablaron de un
posible proyecto misionero adaptado a la regla de vida de los Eudistas.
Para ello, lo primero era la aprobación de la Santa Sede y por
eso parte a Roma en enero de 1840, donde sería recibido por el
Papa Gregorio XVI el 17 de febrero. Comenzaban a darse los primeros
pasos para el proyecto que Libermann tenía en mente, “La Obra de
los Negros”, pero se le dice que es necesario que sea ordenado
sacerdote.
Permanece pues algunos meses más en Roma, donde
aprovechará para redactar una “Regla de Vida” para los futuros
miembros de la congregación y para redactar su “Comentario al
Evangelio de San Juan”.
Viendo Francisco que su salud mejoraba progresivamente, se
decide a iniciar los trámites para ser ordenado sacerdote en
Estrasburgo, su diócesis de origen y en cuyo seminario
ingresaría el 23 de febrero de 1841. El 10 de agosto de ese
mismo año es ordenado diácono y, poco después, el
18 de septiembre, recibe la ordenación sacerdotal en la ciudad
de Amiens. Celebrará su primera misa en la Iglesia de Nuestra
Señora de las Victorias de París, consagrando al
Corazón de María la Obra de los Negros.
El 27 de septiembre, junto con 12 compañeros que
comparten el mismo proyecto misionero, abre el noviciado en La
Neuville, un barrio de Amiens, cuya propiedad pertenece al obispado de
Amiens y que Libermann comprará en 1842. Esta sería la
primera casa de la nueva Congregación del Inmaculado
Corazón de María.
El 6 de junio de ese mismo año, después de
profesar obediencia a Libermann, según el espíritu y el
proyecto de los Misioneros del Sagrado Corazón de María,
había partido ya para la Isla Mauricio, el P. Santiago Laval,
primicia del nuevo Instituto misionero.
Pasado apenas un año de la fundación, los
primeros misioneros comienzan a partir hacia la isla de La
Reunión, Martiníca y Haití . El 28 de septiembre
de 1842, la Santa Sede crea en África el Vicariato
Apostólico de las Dos Guineas y Sierra Leona con una
extensión de casi 8.000 kilómetros cuadrados, para el
cual el Padre Libermann propone al Vicario Apostólico siete
misioneros que partirían, acompañados por tres laicos, el
13 de septiembre de 1843.
En el período que va de 1843 a 1845, setenta y
cinco misioneros habían sido ya enviados a África, de los
cuales, cuarenta y dos murieron muy pronto, otros tuvieron que ser
repatriados; fueron tiempos difíciles y de duras pruebas.
En 1846, se compra una casa en Faubourg-Noyon, cerca de
Amiens, para trasladar el noviciado de La Neuville que ya se quedaba
demasiado pequeño y, además, se adquiere una
abadía, Gard, donde cursarán los estudios de
filosofía y teología una treintena de estudiantes.
Desde el principio de la fundación, se había
pensado siempre en una posible fusión con la Congregación
del Espíritu Santo. Pues bien, esto se produce el 28 de
septiembre de 1848, con la aprobación oficial por parte de Roma,
siendo nombrado superior general, el 3 de noviembre de ese mismo
año, el Padre Francisco Libermann.
Dado que no todos los miembros de su congregación
estaban de acuerdo con la fusión, Libermann tuvo que hacer
frente a muchas situaciones nuevas. Una de las cosas que hace es
revisar la Regla de Vida provisional que había redactado ocho
años antes.
Trató de mantener siempre el contacto con sus
misioneros a través de correspondencia y procuró siempre,
en la medida de sus posibilidades asistir a muchos pobres de Francia,
tan necesitados y abandonados como los que había en los
países de misión.
En mayo de 1851 redacta las “Instrucciones a los
misioneros”, un cuaderno de sesenta y cuatro páginas,
considerado su testamento espiritual. A finales del año 1851, el
Padre Libermann comenzaba a quejarse con frecuencia de una gran fatiga
y su salud se va deteriorando rápidamente. Ante esta
situación se va a vivir a la Casa Madre, en París. No
puede hacer prácticamente nada pasando casi todo el tiempo en
cama y con una dieta muy estricta.
El 27 de enero de 1852, se le administra la
extremaunción y es el 30 del mismo mes cuando, delante de toda
la comunidad, se dirige por última vez a sus hermanos con estas
palabras: “Os veo por última vez; estoy contento de veros.
Sacrificaos por Jesús, solo por Jesús. Dios es todo, el
hombre no es nada. Tened espíritu de sacrificio, celo por la
gloria de Dios y de las almas”.
Su agonía dura hasta el 2 de febrero, fecha en la
que se produce su muerte. Los restos mortales del P. Francisco
Libermann reposan en la capilla de la Casa Madre de la
Congregación del Espíritu Santo y del Inmaculado
Corazón de María. La Iglesia le declaró Venerable
haciendo público el decreto de heroicidad de virtudes el 19 de
Junio de 1910.