BEATA FRANCISCA ALDEA
ARAUJO
20 de julio
1936 d.C.
En
Madrid en España, beatas Rita Dolores del Corazón de
Jesús Pujalte
Sánchez y Francisca del Corazón de Jesús Aldea
Araujo, vírgenes de la
Congregación de las Hermanas de la Caridad del Sagrado
Corazón de Jesús
y mártires, que, durante la persecución en el curso de la
guerra civil,
fueron arrestadas en la iglesia del colegio por los enemigos de la
Iglesia y poco después fusiladas en la calle.
Francisca nació en
Somolinos, Guadalajara, en el seno de una familia sencilla. Cuando era
una niña se quedó huérfana y fue acogida en el
colegio de Santa Susana de Madrid, dirigido por las Hermanas de la
Caridad del Sagrado Corazón de Jesús.
Ingresó en el Instituto como religiosa en
1899. Fue su maestra de novicias Rita Dolores Pujalte, a la que
después acompañará al martirio. Dedicó
parte de su vida a la enseñanza y a las actividades
apostólicas que acompañan a la vida colegial, en Madrid y
en Quintana de Soba, Santander. Había obtenido el título
de maestra en la Escuela Normal de Toledo. Años más tarde
desempeñó otros cargos de responsabilidad en el
Instituto; superiora local, consejera, secretaria y ecónoma
generales. Era generosa y alegre, sencilla de corazón y alma
delicada. Destacó por su amor al Corazón de Jesús
y a María. Pese a manifestar su temor a una posible muerte, ante
el rumbo que tomaban los acontecimientos, confió que Dios le
diese fuerzas si le pedía el martirio. Con un “hasta el cielo”
se despidió de las hermanas al salir del colegio, camino a la
muerte.
El colegio funcionaba como Curia General, y
acogía, además de a las religiosas, a niñas pobres
y huérfanas. Aunque la situación, en 1936, era
extremadamente peligrosa, la comunidad optó por permanecer en el
colegio para atender a las niñas. La madre beata Rita Dolores
había sido invitada reiteradamente a dejar el colegio y buscar
un lugar seguro, pero rehusó siempre. La madre Francisca, movida
por la caridad, se comprometió a no abandonarla, siendo
consciente del riesgo que asumía.
En 1936, el colegio fue asaltado y tiroteado. Las
madres Rita Dolores y Francisca, en cuanto tuvieron noticias que la
llegada de los milicianos era inminente, se dirigieron a la capilla
para el martirio. Perdonaron a sus verdugos y se dispusieron a la
muerte. En la portería, momentos antes de salir, recitaron el
credo en presencia de los milicianos, que fingieron ayudarlas,
diciéndolas que las iban a llevar a un piso cercano de una
familia conocida. Allí rezaron el rosario, pero hacia el
mediodía fueron conducidas violentamente al interior de una
furgoneta. No opusieron resistencia y fueron fusiladas en la carretera
de Barajas, cerca de Canillejas, en Madrid, y sus cadáveres
fueron abandonados en la carretera. Fueron beatificadas por San
Juan Pablo II el 10 de mayo de 1998.