El procedimiento fue el mismo para todos. No hubo acusación, no
hubo juicio, no hubo defensa, no hubo explicaciones Solo se sabe que el
28 de noviembre de 1936 fueron sacados de la cárcel, conducidos
a Paracuellos de Jarama y allí ejecutados. El mayor de ellos, el
beato Vicente Blanco, superior del seminario, tenía 54
años y el más joven, el beato Clemente Rodríguez,
profeso temporal, 18. El resto de las edades iban desde los 5 a los 20
años.
Todos ellos murieron haciendo profesión de fe y perdonando a sus
verdugos. De los 22 Oblatos que, a pesar de las torturas
psicológicas durante el cruel cautiverio, ninguno
apostató, ni decayó en la fe, ni lamentó haber
abrazado la vocación religiosa.