BEATA FLORIDA CEVOLI
12 de junio
1767 d.C.
Florida
Cevoli, en el siglo Lucrecia Elena, hija del conde Curzio Cevoli y de
la condesa Laura della Seta, nació en Pisa (Italia). Educada en
la fe en el seno de su familia, afinó su espíritu bajo la
guía de las clarisas del monasterio de San Martín, de
Pisa, adonde la llevaron a los 13 años y donde vivió como
educanda durante cinco años. Aquel clima de silencio que se
respiraba allí suscitó en ella un gran deseo de la vida
religiosa.
A los 18 años ingresó en el monasterio de
las Clarisas capuchinas de Città di Castello (Perugia), en 1703;
tomó el nombre de Florida. Guiada por los consejos y sobre todo
por los ejemplos de santa Verónica Giuliani, maestra de las
novicias, sor Florida demostró un espíritu de
oración excepcional y un gran deseo de progresar en el camino de
la contemplación. Se insertó en la vida comunitaria con
espíritu atento y humilde, prodigándose en los trabajos
más modestos. Hizo la profesión religiosa en 1704.
Desempeñó varios oficios: cocinera,
despensera, panadera, responsable de la farmacia, maestra de novicias,
vicaria y abadesa. En 1716 santa Verónica fue nombrada abadesa
del monasterio y sor Florida, vicaria; estaban tan compenetradas, que
toda la comunidad recibió un gran impulso hacia el ideal de la
íntima unión con Cristo: era la confidente de la santa y
además le ayudaba como secretaria. En 1727, al morir sor
Verónica, fue llamada a ocupar su puesto, y hasta su muerte,
ejerció el oficio de abadesa, reelegida en trienios
consecutivos, con algunos intervalos.
Como su maestra, fue una gran reformadora: se
distinguió por una vida de pobreza y austeridad, propia de la
reforma de las capuchinas. Los sufrimientos de Cristo en su
pasión y la presencia eucarística constituían el
objeto primario de su contemplación y de su amor; tenía
una devoción especial a la Virgen de los Dolores. Su fama de
santidad en vida fue mayor que la de santa Verónica. Es de
destacar el servicio que prestó a Città di Castello como
mediadora de paz, con ocasión del levantamiento popular que
estalló a la muerte del papa Benedicto XIV, en 1758.
Murió en este convento llena de méritos. San Juan
Pablo II la beatificó el 16 de mayo de 1993.