BEATO FLORENTINO
ASENSIO BARROSO
9 de agosto
1936 d.C.
Nació en Villasexmir, Valladolid, diócesis de Palencia,
en el seno de una familia modesta. Cuando todavía era un
niño la familia se trasladó a vivir a su pueblo de
origen, Villavieja del Cerro, donde transcurrió su infancia y
realizó sus primeros estudios. Desde su infancia sintió
la vocación sacerdotal; ingresó en el seminario de
Valladolid donde estudió Filosofía y Teología,
sobresaliendo en los estudios. Fue ordenado sacerdote en 1901, y fue
destinado a las parroquias de: Villaverde de Mediana,
Dueñas y Carrión. En 1903, fue nombrado capellán
de las Hermanitas de los Pobres y luego de las Siervas de Jesús.
En 1905, el obispo Cos y Marcho de Valladolid, le nombró su
secretario particular y mayordomo del palacio episcopal, al tiempo que
se le confió la cátedra de Metafísica del
seminario diocesano. Fue nombrado miembro del cabildo metropolitano y
párroco de la catedral. Acreditado como predicador y director
espiritual, fue estimado por todos por su sencillez evangélica,
afabilidad y celo apostólico. En 1918, le nombraron consiliario
del célebre Sindicato de Obreras, donde se sensibilizó y
trabajó denodadamente en los problemas religiosos y sociales.
Fue consagrado y
nombrado obispo de Barbastro (Huesca) en 1936, en plena
República española. Antes de aceptar el cargo se
resistió cuanto pudo, insistiendo el nuncio Tedeschini en que
aceptase la dura tarea a la que la Iglesia lo llamaba.
Su nombramiento y toma
de posesión como obispo coincidieron con las elecciones y
triunfo del Frente Popular. Las circunstancias eran tan
difíciles que hasta el cabildo catedralicio consideró
más oportuno el retrasar la llegada a la diócesis. Por
eso su toma de posesión fue casi privada y anunció que su
misión era la transmisión del Evangelio, para la mejor
formación de sus fieles. Se encontró con el seminario
usurpado y comenzado a derribar y acudió a los tribunales en
defensa del patrimonio de la diócesis. Impulsó la
asociación de la Doctrina Cristiana, el Sindicato
Católico y la Adoración Nocturna.
Después del
alzamiento militar, se detuvieron a varios sacerdotes, al enterarse,
Florentino, envió una protesta al Ayuntamiento. Aquella tarde
fue arrestado en su domicilio, de donde lo trasladaron a la residencia
de los escolapios. Pocos días más tarde tuvo que
abandonar el traje talar. Aunque no podían celebrar misa,
conservaron, los presos, la Eucaristía reservada y pudieron
comulgar hasta casi el mismo día de su martirio. Todos los
detenidos hicieron una novena al Sagrado Corazón que
terminó el 8 de agosto, y en ese día el obispo hizo una
confesión general de su vida.
Tras una arenga de Durruti,
el obispo fue sometido a interrogatorio dos veces. Fue llevado a la
cárcel y allí se encontró con sacerdotes y fieles
detenidos, a quienes confortó y dio su bendición. Fue
fusilado, discrepando las fuentes sobre el sitio exacto de su martirio.
Antes de morir les dijo: “Me lleváis a la gloria. Yo os perdono.
En el cielo rogaré por vosotros”. Un reconocimiento de su
cadáver cuatro años después de su muerte no
confirmó que le hubieran amputado por tortura los genitales como
se decía. Fue beatificado en Roma el 4 de mayo de 1997 por
SS Juan Pablo II.