BEATA FILIPA MARERI
16 de febrero
1236 d.C.
Nació
en el seno de la noble familia de los Mareri, en el castillo de su propiedad
situado en San Pietro de Molito, hoy Borgo San Pietro, provincia de Rieti.
Orientada hacia la vida de perfección por san Francisco de Asís
en los años 1221-1225, cuando el santo, peregrino por el Valle de
Rieti, se hospedaba en casa de sus padres, Felipa tomó de joven la
decisión de consagrarse a Dios, y se mantuvo con tal firmeza en su
propósito, que no consiguieron doblegar su voluntad ni las presiones
de los parientes, ni las amenazas de su hermano Tomás, ni las ofertas
y requerimientos de sus pretendientes.
Ante la actitud de sus familiares, Felipa, como años
antes santa Clara de Asís, huyó de la casa paterna, y junto
con su hermana y algunas compañeras se refugió en una gruta
de los montes cercanos a su castillo, ahora llamada “Gruta de Santa Felipa",
que adaptó con austeridad para sus fines y donde permaneció
hasta que sus hermanos Tomás y Gentil, con acta notarial de fecha
18 de septiembre de 1228, le dieron el castillo de su propiedad de San Pietro
de Molito y la antigua iglesia benedictina aneja. Allí se trasladaron
Felipa y sus seguidoras, y en seguida comenzaron a organizar su vida claustral
siguiendo la forma de vida y las normas que san Francisco había dado
a santa Clara y a sus hermanas del monasterio de San Damián en Asís.
El mismo san Francisco encomendó a uno de sus primeros compañeros,
beato Rogerio de Todi, la dirección espiritual de la beata y de las
clarisas del monasterio por ella fundado. A tal fin, el beato Rogerio se
trasladó al valle de Rieti, y allí permaneció, cumpliendo
su misión, hasta la muerte de la beata.
Este monasterio, bajo la guía de la beata Felipa, maestra
de vida espiritual, y con el asesoramiento del beato Rogerio, hombre de gran
fervor y no menor prudencia, se convirtió pronto en escuela de santidad.
Ciertamente, la ocupación principal de la comunidad monástica
era el culto y la alabanza de Dios, la vida litúrgica, la lectura
y estudio de la Sagrada Escritura, la oración y contemplación.
Pero, al mismo tiempo, el trabajo era tenido en gran consideración,
lo mismo que el servicio a los pobres y el apostolado. En el monasterio se
preparaban medicinas que luego se distribuían gratuitamente a los
enfermos pobres. El fervor de la caridad en las palabras y en las obras, así
como el estilo de vida de aquellas clarisas, con Felipa a la cabeza y todas
siguiendo la estela del santo de Asís, hicieron revivir la vida evangélica
en el Valle de Rieti, como antes había sucedido en el Valle de Spoleto.
Murió en Rieti cuando todavía vivía santa Clara. Es
la primera clarisa beatificada. El 29 de abril de 1806 Pío VII
concedió oficio y misa en su honor, lo que equivale a una confirmación
de culto.