BEATO FERNANDO DE
PORTUGAL
5 de junio
1433 d.C.
Nació en Santarem, Portugal. Hijo de Juan I de Avis, rey de
Portugal y de Felipa de Lancaster. Su inclinación a la vida
religiosa le llevó a ser el Gran Maestre de la Orden militar de
Avis en 1434. Rehusó al capelo cardenalicio que le
ofreció el Papa Eugenio IV.
En 1437, durante el reinado de su hermano Eduardo I,
Fernando y su otro hermano Enrique el Navegante, persuadieron a Eduardo
para que lanzara un ataque en Marruecos para conseguir una base mejor
con vistas a las futuras expediciones africanas. La expedición
no contó con un apoyo unánime ya que algunos nobles se
mostraron en contra. El ataque a Tánger fue un éxito pero
costó un gran número de bajas entre los soldados
portugueses. Fernando, fue hecho prisionero y murió en la
prisión de Fez.
Parte en 1434, con su hermano Enrique el Navegante a una
expedición contra Marruecos, entonces en manos de una
dinastía de piratas. ¿Acaso sería una
premonición sobre la situación actual? Nada nuevo hay
bajo el sol. Lo cierto es que la expedición fue un fracaso y la
armada lusitana hubo de rendirse y dejar a Fernando como
garantía del pago de enormes cantidades de dinero, con la
promesa del retorno de la plaza de Ceuta a los moros, pero las cortes
portuguesas se negaron.
Las Cortes de Portugal, después de nueve
años de negociaciones, dejaron morir de disentería y en
manos del enemigo a su príncipe. Fernando vivió como
esclavo, encadenado y obligado a los más sucios trabajos.
Soportó su desdicha con dignidad y puso su esperanza en Dios con
enorme entereza, sin renunciar a la fe ni a unos compatriotas tan
olvidadizos de su terrible suerte. Las fuentes históricas
musulmanas hablan de su vida edificante y de la veneración que
suscitaba en los más piadosos habitantes de Fez; no se
lamentó nunca en estos años de prisión, y mantuvo
siempre una gran mansedumbre y humildad, mostrándose siempre una
gran confianza en la Providencia. Fernando optó por la pobreza,
castidad y obediencia, en radical fidelidad a su propia conciencia. Su
cadáver descuartizado se pudrió colgado en las torres de
las murallas. Es el "Principe Constante" del drama de Calderón.