Felipe Ripoll Morata (1878-1939). Nació
en Teruel en el seno de una familia modesta y cristiana. Desde
niño ingresó en el seminario como alumno externo porque
no podía pagarse el internado. Diariamente andaba los 10 Kms.
que separaban el seminario de su casa. Estudiaba por el camino y,
cuando el tiempo lo permitía, andaba descalzo para ahorrar
zapatos.
Para ayudar a los
pobres se hizo sacristán del convento de las carmelitas, hasta
que al iniciar la Teología consiguió una beca del cabildo
catedral y podo entrar como interno en el seminario. Fue ordenado
sacerdote en 1901. Fue profesor en el seminario y después fue
canónigo de la catedral. Más tarde fue arcediano. Entre
1913 y 1924 fue rector del seminario de Teruel, en 1924, ingresó
en el noviciado de los jesuitas, pero en 1926 tuvo que dejar la
Compañía porque su salud no se prestaba a las condiciones
de la vida religiosa. Fue designado delegado diocesano de Acción
Católica y consiliario de la rama de mujeres, al mismo tiempo
que en la catedral se le daba el cargo de penitenciario. Se
encargó del apostolado seglar.
En 1935, el nuevo
obispo de Teruel, el agustino fray Anselmo Polanco, lo nombró su
vicario general y ambos se dedicaron al bien de la diócesis. Al
estallar la guerra civil, ninguno de los dos quiso abandonar los
deberes para con los diocesanos. En 1938, fue tomada Teruel por los
republicanos, y ambos fueron detenidos con otros sacerdotes y seglares.
Fueron llevados a una cárcel de Valencia y luego a otra de
Barcelona; animándose mutuamente y a todos los que estaban con
ellos. En 1939, fueron trasladados al penal de Santa Perpetua de la
Moguda y luego a la masía de Can de Boach, en Pont de Molins, en
Gerona, y de allí fueron llevados por “la brigada Lister” a Can
Tretze, a 7 kms. de Figueras donde los fusilaron en un terraplén
y enterrados en una fosa común en Pont de Molins. Fueron
beatificados por el Papa Juan Pablo II, el 1 de Octubre de 1995.