BEATO FEDERICO CODINA
PICASSÓ
1936 d.C.
21 de julio
Nació el 8 de
mayo de 1888 en Barcelona
Profesó el 15 de agosto de 1904
Sacerdote el 23 de junio de 1912
Fusilado el 21 de julio de 1936 en Lérida
El P. Codina Picassó nació el 8 de mayo de 1888 en el
barrio de Gracia de Barcelona, hijo de D. Francisco Codina, jornalero,
y de Dª. Elvira Picassó. Fue bautizado solemnemente en la
catedral el día 13 de mayo de ese año por D. Buenaventura
Massaven. En la parroquia de San Juan de Gracia recibió la
confirmación de manos del Exc.mo Jaime Catalá y Albosa,
Obispo de Barcelona, en el mes de junio de 1895.
Se preparó con esmero para la primera comunión. Ese
día le hicieron un retrato, que se comenta con una
anécdota. Su madre le obligaba a Federico a llevar cabello
largo, bien rizado, estaba enamorada de aquellos rizos y la
víspera de la primera comunión le dijo : Federico, vete a
la barbería que te arreglen el cabello porque mañana te
vamos a retratar.
El muchacho obedeció y, con disgusto manifiesto de su madre,
ordenó que le cortaran el cabello a rape. A la
reconvención de la madre contestó el niño:
Mamá, ¿qué debo preparar con esmero para la
primera comunión, la cabeza o el corazón?
Me confundió con esta salida, comentaba años
después la dichosa madre.
Frecuentaba las escuelas claretianas de la calle Gracia. Aquí le
surgió la vocación de misionero. Al poco tiempo le
decía a su madre:
Mamá, ¡cuánto me gustan los Padres! Creo que voy a
ser como ellos.
Su vocación no encontró obstáculos en el hogar
aunque era hijo único.
En el verano de 1899 ingresó en el seminario claretiano de
Barbastro. Aquí cursó las Humanidades. Las notas que de
él se conservan son las siguientes: de buen ingenio, de mejor
aplicación, de buenas costumbres y de mejor salud aún.
En el verano de 1903 pasó a Vich para hacer el noviciado bajo la
dirección del P. Mariano Fernández. Tomó el
hábito el 14 de agosto de 1903 para iniciar el año de
prueba, que acabó regularmente, y profesó definitivamente
el 15 de agosto de 1904.
Poco después se trasladó a Cervera para cursar la
filosofía. Después de finalizar el segundo curso
recibió la primera tonsura de manos del Exc.mo Armengol Coll,
Vicario apostólico de Fernando Póo el 15 de julio de 1906
Los estudios de teología los hizo en el mismo centro de la ex
Universidad de Cervera. Al final del segundo curso de teología
dogmática, 1908, el P. Prefecto, beato Felipe de Jesús
Munárriz anotó sobre el Siervo de Dios: «Talento
poco profundo; algo presumido; por lo demás prudente, generoso,
trabajador; amante de la observancia».
Al terminar el tercer curso de teología recibió las
cuatro órdenes menores de manos del Exc.mo Sr. Ibarra, Arzobispo
de Puebla de los Ángeles, México, el día 7 de mayo
de 1910.
Para cursar la teología moral pasó a Alagón. Al
finalizar el primer curso, se trasladó a Zaragoza para recibir
el subdiaconado en la capilla del palacio de manos del Exc.mo
Soldevilla Romero, Arzobispo de Zaragoza, el 11 de junio de 1911.
Durante el segundo curso de teología moral recibió el
diaconado el día 23 de diciembre de ese mismo año de
manos del mismo Obispo ordenante en la misma ciudad. El presbiterado lo
recibió en Alagón al finalizar el curso de manos del
Exc.mo Armengol Coll el día 23 de junio de 1912.
A los pocos días se trasladó a Aranda de Duero para
realizar el año de preparación, acabado el cual fue
destinado a Barbastro, como profesor.
Desde el año 1917 se dedicó a la predicación.
Primero fue a Cervera y luego a Lérida, donde estuvo desde 1919
hasta 1925. Al mismo tiempo ejerció el ministerio del
confesionario y otros cargos en la comunidad. El ministerio de la
predicación lo ejerció en los más diversos
lugares, recibiendo invitación incluso de Ibiza, tal como le
comunica al P. Larraona, compañero de estudios. A este mismo
Padre se dirigía también para comunicarle las iniciativas
llevadas a cabo en favor del tempo de Roma y al mismo tiempo enviarle
los dineros recogidos.
En 1925 fue nombrado superior de la comunidad de Berga, ciudad natal
del P. Postíus. En junio del año siguiente fue a Cervera
como superior, en sustitución del P. Mariano Fernández,
porque el gobierno provincial se había trasladado a Barcelona.
En 1928 fue destinado a Lérida, como superior. Aquí
gozaba de gran fama. Era muy buen predicador, de estilo barroco,
amanerado y espectacular[1], y de trato agradable.
En el mes de julio de 1931 fue enviado a Játiva también
como superior. «Es sabido que en Mayo de este año la
comunidad había sido disuelta por las turbas y se necesitaba
prudencia y tino para reinstalarla. El P. Codina lo consiguió;
se nos dió la casa, se nos confió de nuevo la Iglesia y
en octubre del mismo año reabría el Colegio». Pero
la restauración y remonta de la casa tan mal parada por los
hechos revolucionarios le ocupó tiempo.
Al año siguiente, octubre de 1932, le mandaron a Cervera de
superior, donde la comunidad experimentaba dificultades con las
autoridades del nuevo régimen. Supo sortear la situación,
pero también pudo ver que los problemas no quedaban resueltos
con las autoridades pues estas tenían doble lenguaje. Sobre una
de las hipótesis de cesión de parte de la Universidad
escribía el 25 de julio de 1933 al P. Nicolás
García, Superior General:
«De allanarnos a ceder, en la forma indicada sobre utilizar la
futura acción demandante de indemnización, damos agallas
a la codicia del poderoso Centro Local Izquierdista empeñado en
aventarnos de Cervera el día que no parece lejano en que sea
dueño del Ayuntamiento».
También comprendió que este asunto no lo ventilaba el
Ayuntamiento sino la Generalidad de Cataluña «por cuanto
se anuncia para un día de esta semana la visita de Gassol,
Barnés (hermano del Ministro) y otros adláteres asesores
que van a llegar con vistas a liquidar nuestro asunto, al igual que el
parecido a ventilarse en Igualada con Padres Escolapios y en Seo de
Urgel con Hermanos de las Escuelas Cristianas»[2].
En febrero de 1934 viajó a Roma para asistir en
representación de la comunidad a la beatificación del P.
Claret, porque aprovechó el billete que había tocado en
suerte a un sacerdote de Granadella, quien no pudo ir personalmente.
En el mes de julio de ese año fue destinado a Lérida como
superior local para el trienio 1934-1937. Aquí la
situación de la comunidad era, o parecía, más
tranquila, pero tampoco estaba exenta de peligros. Así lo
describe en una carta del 22 de mayo de 1936 al P. Felipe Maroto,
Superior General:
«Sin novedad mayor seguimos por ahora gracias a Dios ajenos a
sobresaltos de muerte como los padecidos el próximo domingo 17
por los PP. Franciscanos de esta, cuya residencia fue asaltada por una
turba, con todo el aparato de pistolas apuntadas al pecho de los
religiosos, etc… ¡Bendito sea Dios!
Por feliz suerte nadie pierde la serenidad en Casa, confiados todos en
la protección del Señor que no faltará».
Pero esta seguridad se desvaneció pronto, pues, como se ha dicho
antes, el mismo P. Codina adivinó que pronto rodarían sus
cabezas.
Cualidades. Fue siempre muy aplicado, tenía aptitud para la
literatura y la oratoria, que cultivaba. En el informe del P.
Provincial del año 1926 se lee: salud buena; muy buena conducta;
lleva muy bien la comunidad. Fue siempre un buen religioso, dado a la
piedad, respetuoso con los Superiores, con gran amor a la
Congregación.
Conducta ejemplar, de trato fino
Arresto y martirio
El día 21 de julio de 1936 hacia las 9 de la mañana se
refugió en la casa de la Sra. Jaques con los otros miembros de
la comunidad a donde habían ido vestidos de sotana y se
llevó el copón con el Santísimo reservado. En esa
casa dió la comunión al P. Baixeras, que no había
celebrado la Misa todavía.
En la casa se quitaron las sotanas y después de un registro,
que no dio los resultados apetecidos por los milicianos a causa
de su impericia, subieron a la casa de la Sra. Rosa Puig. Comentando
los sucesos que ocurrían se ofrecieron a dar su vida por Dios y
por España. Todos se arrodillaron y el P. Codina les dio la
bendición y la absolución general. Poco después se
escondieron en la buhardilla, donde fueron atrapados fácilmente.
En la calle los prisioneros fueron divididos en dos grupos. El primero,
formado por seis, sin tomarles declaración, fue llevado directa
e inmediatamente a la cárcel provincial. El segundo, formado por
los dirigentes, el Superior, P. Codina, y el Consultor Primero,
P. Busquet. Al poco tiempo, los milicianos llevaron a los PP. Codina y
Busquet de nuevo al piso, donde preguntaron a la dueña si
habían estado allí, a lo que respondió
afirmativamente. Después los llevaron a la Generalidad donde
funcionaba el Gobierno Rojo para declarar.
Al P. Codina le sometieron a una declaración, que ciertamente no
era apropiada para defenderse. Se ignora el objeto de la
declaración así como el interrogatorio, pero se sabe que
muy pronto le sacaron a la calle Mayor en medio de un pelotón de
milicianos, que a pie le conducían a la cárcel.
Cuando salían de los Pórticos Altos hacia la Plaza de la
Pahería, delante del Ayuntamiento, el griterío de la
gente era tan grande que los empleados del Ayuntamiento, con el Alcalde
a la cabeza, salieron al balcón para ver lo que ocurría.
Estos vieron que un grupo de catorce milicianos y gente del pueblo
conducían a un hombre alto y delgado con las manos juntas,
«a quien increpaban e insultaban y en quien reconocí
inmediatamente al P. Codina, que se mostraba sereno y sonriente y
andando con paso mesurado, como si fuera indiferente a lo que estaba
ocurriendo»[3].
Era seguido y acosado por mucha gente, principalmente mujeres, que
venían gritando:
Matadlo, matadlo, que este es un sacerdote.
Pero, al parecer, lo que provocó la muerte del P. Codina fue la
denuncia de que era el Superior de San Pablo, la iglesia de los
Misioneros Claretianos.
Al llegar al centro de la plaza de la Pahería se adelantó
uno de los milicianos pegándole un tiro por la espalda, a unos
dos metros de distancia, sin que hiciera movimiento alguno de
resistencia, ni siquiera de mirar hacia atrás, cayendo al suelo.
Este asesino, según voz pública, era un antiguo
monaguillo del Padre[4]. Otro de los del grupo se acercó
seguidamente disparándole un tiro de su pistola en la cabeza.
El cadáver del P. Codina fue cubierto por una piadosa mujer con
cartelones de anuncio de un teatro. Pasado un buen rato, llegó
un auto y sus ocupantes recogieron el cadáver y se lo llevaron.
Otra mujer limpió la sangre del suelo con un cubo. Los restos
mortales del P. Codina fueron enterrados en la fosa común de los
mártires donde es imposible individuar los de cada uno.
El asesinato en sitio tan céntrico, la plaza del Ayuntamiento, y
en una hora tan central del día, hacia las once de la
mañana, fue notorio en toda Lérida y con numerosos
testigos de los hechos.