Nació
en la aldea gallega de Xamirás, parroquia de Acebedo del Río
(Orense), en el seno de una familia trabajadora. Fue bautizado con el nombre
de Manuel. Desde muy niño tuvo una especial veneración y amor
por María. Estudió latín y humanidades en el santuario
de Nuestra Señora de los Milagros de Orense. En 1850 marchó
a Madrid, para ingresar en el noviciado de los escolapios, en el colegio de
San Fernando. Cambió su nombre por el de Faustino de la Encarnación.
Profesó en 1853, y en 1856 fue ordenado sacerdote. Estaba convencido
de que “quien hace voto de enseñar lo hace de aprender”, trabajó
incansablemente, estudió con tenacidad y entusiasmo, investigó,
preparándose para su vocación educadora.
Finalizado su período de formación fue enviado
a la fundación de Guanabacoa, Cuba, donde convivió con escolapios
de distintas provincias. Posteriormente fue destinado a los colegios de San
Fernando, Madrid y Getafe: lugar en el que estuvo dos veces, desde 1861
a 1868 y de 1888 hasta su muerte; Celanova en Orense, Sanlúcar de
Barrameda, ciudad en la que fue destinado en dos ocasiones distintas: de
1869 a 1873 y de 1879 a 1888; El Escorial, donde fue nombrado bibliotecario
del Real Monasterio; Montforte de Lemos, donde fue superior de la comunidad.
En todas estas comunidades escolapias vivió al servicio
de los niños y los jóvenes, siempre con mayor preferencia por
los más pobres y necesitados. Él mismo se definió diciendo:
“Como escolapio, soy del pueblo y para el pueblo, consagrado a su enseñanza...”.
Tres palabras clave definieron su ideal educativo: descubrir, desarrollar
y potenciar facultades dormidas. A lo largo de su vida se dedicó
también al estudio y cultivo de las plantas medicinales y a la aplicación
de sus propiedades curativas, afición que aprendió de su estancia
en Cuba. Fue profesor de Química, Física y Ciencias Naturales
en Sanlúcar, y mediante el estudio de las aguas medicinales creó
el Laboratorio Míguez que se encuentra en Getafe (Madrid).
Durante su estancia de Sanlúcar de Barrameda descubrió
que había muchas mujeres y niñas analfabetas, y de aquí
nació el Instituto Calasancio Hijas de la Divina Pastora, para que
se encargasen en esta tarea de formación de la mujer en 1885. Murió
en Getafe con 94 años de edad. Fue beatificado por San Juan Pablo
II el 25 de octubre de 1998.