FACTORES CAUSANTES DE LA
HOMOSEXUALIDAD

Por Richard Fitzgibbons, M.D.
Introducción
En la actualidad, la mayoría de los católicos saben muy
poco
o nada acerca de las causas emocionales de la inclinación y
conducta
homosexuales. Tampoco conocen el poderoso papel que la espiritualidad
católica
puede jugar en la curación de la homosexualidad.
Las razones de esta ignorancia son muchas e incluyen: la escasa
difusión
de escritos que traten sobre el valor de la fe católica y de los
sacramentos
para la curación de la homosexualidad; el fracaso de la terapia
tradicional
en lograr el mismo objetivo; las opiniones en las Asociaciones de
Psiquiatría
y Psicología de EE.UU de que la homosexualidad no es un
desorden;
la influencia que poderosos grupos ejercen sobre los medios de
comunicación
social y sobre la educación, los servicios sociales, los
servicios
de salud y la política. Además, hay muchas personas y
grupos
dentro de la misma Iglesia que tratan de desvirtuar la doctrina moral
tradicional
sobre este tema.
La falta de conocimiento sobre las causas de la homosexualidad se
extiende
también a aquellos que dirigen a adolescentes y adultos. Los
terapistas
frecuentemente dicen a aquellos que buscan ayuda en este sentido, que
la
doctrina de la Iglesia Católica sobre la homosexualidad es
insensible
hacia los homosexuales, poco científica y errónea. Les
aconsejan
que se acepten como personas creadas homosexuales por Dios.
Desafortunadamente,
los que así aconsejan son poco conscientes de los conflictos
emocionales
que causan la homosexualidad, así como del poder de
curación
existente a través del perdón y de la espiritualidad
católica.
En mi experiencia clínica de los últimos 20 años,
he
sido testigo de la curación del dolor emocional que causaba la
homosexualidad
en varios cientos de hombres y mujeres. Su proceso de curación
ocurrió,
primero, a través de una psicoterapia que identificaba los
orígenes
de sus conflictos, y luego, por medio del perdón y de una
espiritualidad
católica.
Tal enfoque es similar al uso de la espiritualidad en el tratamiento
del
abuso de sustancias. Las mejorías radicales en el tratamiento de
este
problema ocurrieron sólo después de que la confianza en
Dios
se propusiera como la piedra angular del tratamiento. Anteriormente, la
psicoterapia
tradicional, por sí sola, sólo producía
mejorías
mínimas. El uso de la espiritualidad en el tratamiento de la
homosexualidad
ha seguido un modelo parecido.
Los orígenes de la homosexualidad
Los conflictos más comunes que predisponen a las personas hacia
la
homosexualidad son 1- la soledad y la tristeza, 2- profundos
sentimientos
de ser inadecuado y la falta de autoaceptación, 3- la
desconfianza
y el miedo, 4- el narcicismo, 5- el excesivo sentido de
responsabilidad,
6- el maltrato sexual en la niñez y 7- el enfado excesivo.
Durante los períodos de tensión, estas dificultades
internas
se activan. Entonces pueden surgir fuertes tentaciones homosexuales en
un
intento por encontrar alivio o un escape al dolor emocional
inconsciente.
Esta dinámica de dolor emocional que puede llevar a la
homosexualidad
rara vez se manifiesta durante la infancia, pero normalmente se revela
al
principio de la adolescencia.
Veamos a continuación con más detalle cada uno de estos
factores
causantes de la homosexualidad que hemos mencionado:
1. Soledad y tristeza
En el pasado, la causa que con más frecuencia se veía de
la
tristeza que conduce a la homosexualidad en los muchachos era el
rechazo,
durante la infancia y la adolescencia, por parte de sus
compañeros,
con motivo de sus limitadas aptitudes atléticas. [Sin embargo,
por
razón de lo que se verá a continuación, trataremos
esta
causa un poco más adelante.]
Más recientemente, el fracaso matrimonial y familiar, con casi
un
45% de niños y adolescentes que viven separados de sus padres,
ha
producido serios problemas de tristeza y soledad en la juventud. El
Papa
Juan Pablo II, en su Carta a las familias de 1994, ha descrito la
trágica
suerte de estos jóvenes, caracterizando a muchos de ellos como
"huérfanos
con padres vivos".
Cuando no se satisface la necesidad de cariño,
aprobación,
afecto físico y ánimo de un padre, se desarrolla un
vacío
interior comúnmente llamado "hambre de padre". En un intento por
superar
este dolor, algunos adolescentes y jóvenes adultos buscan el
confort
de ser abrazados por otro hombre. En mi experiencia clínica he
observado
que mientras más temprano es el abandono paterno, mayor es la
posibilidad
de que se desarrollen tentaciones homosexuales.
Mientras que muchos hombres no han recibido el ánimo y afecto
físico
de sus padres, y nunca han desarrollado inclinaciones homosexuales, los
particularmente
vulnerables son aquellos que, a causa de limitadas actitudes
atléticas,
tampoco fueron aceptados por sus compañeros.
También, en algunos chicos especialmente sensibles, un continuo
maltrato
por parte de sus hermanos mayores produce una soledad interior que
puede
llevarlos a sentir inclinaciones homosexuales.
La falta de cariño, afecto y ánimo de una madre
también
puede producir un vacío y una terrible tristeza. Algunas chicas
intentan
llenar ese vacío del amor materno dulce y consolador por medio
del
comportamiento homosexual. Esta "soledad sin madre" no se observa tan a
menudo
como la "soledad sin padre", porque las madres generalmente tienen
mucha
más libertad a la hora de comunicar su amor y su ánimo a
los
hijos que la que tienen los padres.
Sue era la más joven de tres hijos, y tenía cuatro
años
cuando su madre los dejó. Vio a su madre intermitentemente
durante
su infancia, pero nunca sintió intimidad con ella. Sue
salió
con muchachos varias veces en el Instituto, pero cuando tenía
alrededor
de 20 años se involucró en relaciones homosexuales.
Comenzó a tratarse con psicoterapia para resolver la tristeza y
el
enfado que sentía hacia su madre. Conforme su entendimiento del
problema
crecía, se dio cuenta de que ninguno de los chicos con los que
había
salido podía proporcionarle el afecto que la niña
pequeña
en su interior ansiaba de su madre. Durante un tiempo el afecto de sus
novias
le consolaba. Sin embargo, estas relaciones no la satisfacían
tampoco.
Poco a poco Sue vio que la niña pequeña que llevaba
dentro
necesitaba curarse del dolor de esa "soledad sin madre" antes de que
pudiera
tener una relación adulta de amor estable y sin relaciones
sexuales
fuera del matrimonio.
Algunos adultos que se sienten muy frustrados y solos porque
todavía
no han encontrado la persona correcta para casarse caen en un
comportamiento
homosexual en su intento de aliviar esa soledad. Algunas personas
casadas
comenten actos homosexuales como resultado de la tensión y
soledad
en su matrimonio. También, la tristeza y la soledad que se
siente
después de un serio fracaso matrimonial puede resultar en una
conducta
homosexual, porque estas personas tienen miedo de volverse vulnerables
ante
alguien del sexo opuesto. En mi trabajo he visto este tipo de conducta
ocurrir
más frecuentemente en las mujeres.
Como la soledad es una de las experiencias más dolorosas de la
vida,
se gastan enormes cantidades de energía inconscientemente en un
intento
de negar la presencia de ese dolor tan debilitante. Como resultado,
muchas
personas ni siquiera saben que están luchando contra esa
profunda
herida emocional. Frecuentemente tienen miedo de afrontarla, en parte
porque
no creen que se pueda curar. De hecho, los que así piensan
tienen
razón cuando sus intentos de curarse excluyen la espiritualidad,
porque
ninguna cantidad de amor de otros adultos puede compensar lo que no se
recibió
de su padre, madre, hermanos y amigos de la infancia o adolescencia.
Muchos
hombres y mujeres con estas dolorosas heridas emocionales de soledad y
tristeza
prefieren creer que son homosexuales para no enfrentarse con su
terrible
situación interior.
El fracaso de cualquier relación adulta, a la hora de llenar el
vacío
de la soledad infantil y adolescente, es la mayor causa de la
extraordinaria
promiscuidad en el estilo de vida homosexual, y por eso algunos
estudios
arrojan un promedio de 60 compañeros/as sexuales al año.
Inconscientemente,
estas personas no buscan un compromiso estable, porque sienten que
ningún
adulto puede satisfacer al niño y adolescente interior. Tal
proceder
compulsivo, patológico y peligroso para la salud apoya la idea
de
que la homosexualidad es un serio desorden emocional, mental y
conductual.
Por supuesto, los conflictos de soledad y tristeza se pueden manifestar
de
muchas formas aparte de un comportamiento sexual, como, por ejemplo,
las
actuaciones infantiles de dependencia, una constante necesidad de
atención
y afecto, una excesiva fantasía sexual, masturbación
compulsiva,
atracción hacia los adolescentes, dependencia en la
pornografía,
comportamiento narcisista, agotamiento y síntomas de
depresión.
2. Profundos sentimientos de ser inadecuado y falta de
autoaceptación
La homosexualidad también puede ser el resultado de fuertes
sentimientos
de inseguridad. La desconfianza en sí mismo se suscita por el
rechazo
de padres, compañeros, hermanos u otras personas significativas
en
las cuales se ha depositado la confianza. En un intento inconsciente de
deshacer
una historia de rechazos, la persona busca reafirmarse y ser aceptado
por
miembros del mismo sexo. En mi experiencia clínica este doloroso
conflicto
emocional se observa mucho más frecuentemente en hombres que en
mujeres.
La autoestima se basa principalmente en la aceptación de un
modelo
de conducta en la primera infancia, el niño de su padre y la
niña
de su madre. Todo niño pequeño añora recibir la
aceptación,
al apoyo y el ánimo de su padre -- de esta forma establece un
sentido
positivo y un grado de bienestar consigo mismo. Aunque el amor de una
madre
es esencial para los niños, no es tan importante como el amor y
la
afirmación del padre para la formación de una sana
identidad
masculina. La falta de reacciones positivas de un padre produce una
seria
debilidad en la imagen masculina y una falta de autoaceptación.
Muchos
de los que sufren inclinaciones homosexuales crecieron de niños
pensando
que nunca podrían agradar a sus padres.
Los hermanos mayores también juegan un papel importante en la
formación
de una positiva identidad masculina en la infancia. Los rechazos en
estas
relaciones pueden producir un serio debilitamiento de la autoestima
masculina.
Sin embargo, las desilusiones más comunes de la vida infantil
que
producen inclinaciones homosexuales son el resultado de los rechazos
por
parte de amigos a causa de una deficiente coordinación
psicomotriz
y atlética. Esta es una limitación especialmente dura de
tener
en una cultura obsesionada hasta tal punto con el éxito
deportivo
que se llega a considerar ese éxito como el indicador principal
de
la masculinidad. Los niños que no son buenos atletas son a
menudo
víctimas del rechazo y del ridículo. Frecuentemente les
dan
apelativos femeninos y les llegan a decir que corren o juegan como una
niña.
A medida que estos rechazos continúan año tras
año,
estos chicos se sienten cada vez más inadecuados, confusos,
solos
y débiles. El maltrato de los compañeros produce en ellos
una
imagen muy deficiente de su cuerpo y de su masculinidad. La angustia de
estos
chicos puede llegar a ser tan dañina que puede hasta anular los
beneficios
psicológicos de una positiva relación con su padre. Para
muchos
de estos chicos, las inclinaciones homosexuales comienzan en el sexto o
séptimo
grado. La inclinación es siempre hacia adolescentes fuertes y
atléticos.
En los 50 y 60, se realizó un estudio en Nueva York de 500
varones
que se consideraban homosexuales. El estudio reveló que
más
del 90% de ellos tenía problemas de coordinación
atlética
y que de pequeños fueron objeto de humillación por parte
de
sus compañeros. Muchos contaron que no sólo se
sentían
fracasados como varones porque no eran buenos en el deporte o porque no
les
gustaba, sino que también sentían que desilusionaban a
sus
padres, quienes -- en su opinión -- esperaban que fueran buenos
atletas.
La falta de interés por los deportes interfería en la
relación
y unión íntima entre padre e hijo.
La necesidad de ser aceptado por otros varones es esencial para el
desarrollo
de una positiva identidad masculina y es anterior al nivel de
desarrollo
adolescente. Si la autoaceptación no ocurre por medio de la
afirmación
de otros compañeros, raramente podrá un muchacho sentirse
atraído
hacia las muchachas.
Lou era un estudiante universitario muy bueno que había
considerado
la vocación sacerdotal desde su temprana adolescencia. Sin
embargo,
su mayor obstáculo era la presencia de inclinaciones
homosexuales
que comenzaron cuando tenía 13 años. Buscó el
consejo
de un sacerdote en su universidad que le dijo que continuara con la
idea
del sacerdocio, pero que tratara de aceptar su homosexualidad y de
sentirse
cómodo con ella, ya que Dios lo había creado así.
En
aquel momento de este consejo tan equivocado, ni Lou ni el sacerdote
tenían
la menor idea de la influencia que había ejercido sobre
él
el constante rechazo que había sufrido por parte de sus
compañeros
durante la infancia y la adolescencia. Sus compañeros a menudo
le
ponían apodos femeninos porque, según ellos, lanzaba la
pelota
como una niña.
Lou decidió que no podría tomar el camino del sacerdocio
porque
no sería capaz de vivir consigo mismo si intentaba llevar una
doble
vida: practicando la homosexualidad y al mismo tiempo
presentándose
ante la comunidad católica como un sacerdote célibe.
Durante varios años Lou intentó vivir como un homosexual.
Más
tarde, buscó ayuda psicológica porque sentía
repugnancia
hacia muchos aspectos de ese estilo de vida, especialmente hacia la
promiscuidad
tan extrema y el abuso de sustancias. No podía aceptar que eso
fuese
el plan de Dios para su vida.
Hace varios años, en la conferencia nacional del grupo Courage
("Coraje")
-- grupo que ofrece ayuda para las personas homosexuales para que vivan
castamente
-- pude confirmar la influencia que tienen los rechazos de los
compañeros
en el desarrollo de los deseos homosexuales. Después de una
charla
sobre los orígenes de la homosexualidad y sobre la
curación
de la soledad y el enojo en aquellos que estaban afectados por este
desorden,
toda la hora siguiente la ocuparon las historias personales de hombres
cuyas
identidades masculinas fueron heridas y los diferentes tipos de
comportamientos
sexuales relacionados con el rechazo durante la infancia y la
adolescencia
por causa de la falta de habilidad deportiva. Estos hombres
compartieron
con la audiencia que los rechazos de sus compañeros jugaron un
papel
mucho más importante en el desarrollo de sus impulsos
homosexuales
que las heridas causadas por una mala relación con sus padres.
Los conflictos básicos de una baja autestima se manifiestan de
diferentes
maneras en los varones que tienen inclinaciones homosexuales. Entre
estos
conflictos se encuentran: una atracción obsesiva hacia hombres
atléticos
y musculosos; una necesidad excesiva de actuar de forma agresiva; una
necesidad
compulsiva de aumentar la musculatura; y un profundo sentimiento de no
ser
amados.
3. Desconfianza y miedo
Otro factor importante en el desarrollo de la homosexualidad es el
miedo
a ser vulnerable en las relaciones heterosexuales. Esta incapacidad de
sentirse
seguro amando a alguien del sexo opuesto es usualmente inconsciente y
la
mayoría de las veces tiene su origen en experiencias
traumáticas
en el hogar.
En el caso de los varones, puede ser la consecuencia de haber tenido
una
madre demasiado controladora, excesivamente dependiente, enfada y
crítica,
poco afectiva y fría, narcisista e insensible, muy desconfiada,
adicta
o enferma.
En el caso de las chicas, el miedo de confiar en cualquier varón
en
una relación amorosa puede surgir de haber tenido un padre muy
enfadadizo,
rechazador y distante, insensible hacia su madre, abusivo, duro,
egoísta,
adicto o falto de afecto. Actualmente, el abandono de un padre a causa
del
divorcio es una de las mayores fuentes de desconfianza que muchas
chicas
experimentan hacia los chicos. Estas chicas desarrollan una fobia
inconsciente
de ser heridas como vieron que lo fueron sus madres. Como resultado,
durante
un tiempo se sienten seguras sólo con el amor consolador de otra
mujer.
Diane era una joven arquitecta cuyo padre era un enojado
alcohólico.
Había presenciado durante años el maltrato físico
y
psicológico que su padre le había infligido a su madre.
En
los comienzos de su adolescencia, a Diane le atraían los chicos
e
incluso salió con ellos. Pero en la universidad se
encontró
mucho más a gusto con otras chicas y acabó por darse
cuenta
de que tenía mucho miedo de ser herida como su madre, si se
comprometía
con un hombre. A Diane no le satisfacían sus relaciones
homosexuales.
Durante la terapia, reconoció que su padre controlaba sus
relaciones
con los muchachos y decidió actuar resueltamente para romper ese
dominio
paterno sobre sus relaciones de amistad con los hombres.
La madre de Pete era una mujer muy sarcástica que había
tenido
un padre alcohólico. Rara vez Pete vio a su madre mostrar afecto
hacia
el padre de él, al contrario, a menudo lo criticaba mucho. Pete
acabó
por entender que la necesidad compulsiva de su madre de controlar las
cosas
en casa venía del miedo que ella había experimentado en
su
propia familia como resultado del caos que acompañaba a un padre
bebedor.
Pero para Pete el control de su madre era asfixiante y, como resultado,
hizo
lo que pudo para distanciarla. Pero como ella era el fundamento para
relacionarse
con otras mujeres, Pete no se sentía emocionalmente compatible
con
las chicas que encontraba atractivas. Temía que si se
volvía
vulnerable ante ellas, acabarían por ser tan insensibles como lo
era
su madre con él y con su padre. Sus tentaciones homosexuales se
desarrollaron
por el miedo a confiar en el amor femenino y, al mismo tiempo, por su
necesidad
de afecto por parte de alguien en quien pudiera confiar.
La desconfianza también puede desarrollarse como resultado de
vivir
en una casa con frecuentes conflictos y peleas entre los padres. Como
la
relación entre los padres es el modelo para un niño/a de
lo
que es una relación heterosexual, un matrimonio mermado por el
constante
dolor y conflicto puede llevar a que el hijo o la hija desarrolle un
miedo
de volverse vulnerable ante las personas del sexo opuesto. Este miedo
puede
llevar a algunos a caer en una relación homosexual. Una
dinámica
similar se presenta a veces después de un divorcio, cuando
muchos
adultos tienen miedo de ser heridos por las personas del sexo opuesto y
se
retraen en una relación homosexual. La epidemia de divorcios en
nuestra
cultura actual está causando también un miedo muy grande
entre
los jóvenes adultos de asumir el compromiso del matrimonio.
La desconfianza y el miedo a un compromiso total, como lo es el
matrimonio,
son extremadamente comunes en los que sufren inclinaciones
homosexuales.
La rampante promiscuidad sin fidelidad a nadie de hoy en día es
una
de las manifestaciones más significativas del miedo al
compromiso.
Según el Dr. William Foege, director de los Centros para el
Control
de las Enfermedades o CDC (Centers for Disease Control) de EE.UU., la
víctima
promedio del SIDA ha tenido 60 compañeros sexuales durante el
último
año.
En el caso de los católicos, esta desconfianza se manifiesta
como
una desconfianza hacia Dios Padre como un Padre afectuoso o hacia
María
como una madre afectuosa.
El comportamiento sexual compulsivo, muy peligroso para la salud y la
vida
de un gran porcentaje de homosexuales puede indicar la presencia de un
desorden
adictivo en estas personas. A pesar de que la categoría
diagnóstica
específica de adicción sexual no ha sido oficialmente
aceptada
todavía en el campo de la salud mental, existen programas
clínicos
en varios lugares de EE.UU. para el tratamiento de las adicciones
sexuales
y también existe una revista dedicada completamente a este tema.
La adicción sexual se parece al desorden de abuso de sustancias
en
que las personas que la practican tienen una comportamiento compulsivo
y
médicamente dañino. Estas personas también se
engañan
poderosamente a sí mismas en cuanto al serio peligro que su
comportamiento
entraña para la salud propia y para la de otros. Además,
muchos
terapistas consideran que la adicción sexual, al igual que
otras,
es el resultado de numerosos conflictos emocionales.
La opinión clínica de que el comportamiento homosexual
tiene
mucho de adictivo ha recibido el apoyo de numerosos estudios sobre el
homosexualismo
y también del hecho de que en años recientes se ha
estimado
que la mitad de todos los hombres homosexuales de Nueva York portan el
virus
del SIDA. La naturaleza adictiva de la conducta homosexual
también
explica por qué las infecciones del virus del SIDA se han
cuadriplicado
en San Francisco desde 1987.
Además de todo esto, el comportamiento homosexual de muchas
personas
es frecuentemente precedido del uso del alcohol y de drogas. El Padre
Mike
practicaba la homosexualidad después de consumir alcohol. Luego
sentía
una enorme culpabilidad pues verdaderamente deseaba seguir la
enseñanza
de Cristo y de la Iglesia. Conocía el valor del celibato y
deseaba
vivirlo. Afortunadamente, fue capaz de entender y poner los medios para
vencer
la adicción al alcohol y a la homosexualidad.
4. Narcisismo
El narcisismo o egoísmo es otro factor principal de la
homosexualidad.
El narcisismo tiene varios aspectos atrayentes, como el no tener que
comprometerse
con otra persona en el matrimonio o no tener que darse completamente
como
padre. El narcisista quiere permanecer infantilmente con obligaciones
mínimas
en sus relaciones interpersonales y con pocas limitaciones en la
búsqueda
del placer. El hedonismo caracteriza a muchos de los que practican la
homosexualidad.
Otra seria manifestación del narcisismo en la homosexualidad es
el
albergar pensamientos de grandeza. Esos pensamientos hacen que la
persona
se crea muy superior a los demás y que es tan especial y tan
excepcional
que se cree incluso inmune al virus del SIDA. Todo esto explica por
qué
muchos homosexuales viven un modo de vida muy peligroso para la salud y
para
la vida.
Anthony era un joven extremadamente egoísta, y en eso se
parecía
mucho a su madre. Durante su niñez se sintió privado de
apoyo
material y emocional, porque su madre gastaba la mayoría de los
modestos
ingresos de la familia en ella misma. Recordaba, por ejemplo, sentirse
avergonzado
de la ropa que usaba de pequeño.
Como reacción a esas privaciones, pensaba que la vida le
debía
mucho. Su mundo llegó a estar completamente centrado en
sí
mismo. Creía que podía usar a la gente para satisfacer su
constante
deseo de placer y no sentía ningún serio remordimiento
por
el hecho de tener relaciones homosexuales con un promedio de 60 a 100
compañeros
al año.
5. Intentos de evadir un excesivo sentido de responsabilidad
Algunos intentan escapar de excesivas presiones y cargas practicando la
homosexualidad,
en la cual no hay compromiso, obligaciones ni responsabilidad. Hay
hombres
casados que a veces luchan contra una intensa inseguridad
después
de experimentar la tensión que le causa un jefe negativo, una
falta
de éxito profesional o una ansiedad arrolladora por cuestiones
financieras.
Entonces empiezan a ver a sus esposas e hijos como cargas y
dificultades,
en vez de verlos como dones de Dios. Practican la homosexualidad en un
intento
de evadir la tensión y de sentirse más amados y
especiales.
Las ideas perfeccionistas llevan a sentir una responsabilidad excesiva.
Este
conflicto interfiere con la capacidad de estar tranquilo y de recibir
el
don del amor que viene de la familia, de los amigos y más
aún
del Señor y de María.
Jim era un hombre agradable, estaba casado y tenía dos hijos.
Disfrutaba
de su trabajo; sin embargo, éste era muy exigente y lleno de
presiones.
Su esposa Jean también tenía una carrera ocupada y llena
de
tensión. Por las tardes, además de atender a sus hijos,
los
dos les dedicaban tiempo a sus respectivas carreras. Como resultado,
pasaban
poco tiempo juntos.
Bajo esta tensión Jim empezó a visitar librerías
pornográficas
cerca de su trabajo y allí se involucró en el
homosexualismo.
Luego se sentía muy culpable por haber traicionado a su esposa,
a
sus hijos y a Dios.
Cuando un marido está emocionalmente distante o ausente de su
familia,
la esposa puede sentir una intensa soledad y, como resultado, empieza a
depender
emocionalmente de un hijo. A menudo hablará con él cosas
y
preocupaciones que normalmente compartiría con su esposo.
Mientras
que la mayoría de los jóvenes disfruta a nivel consciente
de
esta relación con sus madres, inconscientemente empiezan a
preocuparse
excesivamente y a sentirse demasiado responsables por ellas.
Posteriormente
pueden desarrollar inconscientemente una visión del amor
femenino
como una carga agotadora.
Ralph era el mayor de tres hijos y creció en un hogar en el que
su
padre tenía una gran dificultad en expresarle amor a su familia.
La
necesidad de su padre de distanciarse de los demás era a su vez
el
resultado del alcoholismo de sus padres. Las heridas en la infancia de
este
hombre le hacían incapaz de darse a los demás porque se
sentía
inseguro e intranquilo al relacionarse interpersonalmente en
términos
de amor y cariño. A consecuencia de esto, la madre de Ralph era
muy
infeliz y se divorció cuando Ralph tenía 12 años.
Ralph
recordaba sentirse el hombrecito de la casa después del divorcio
de
sus padres. Sentía que tenía que hacerse responsable de
su
madre y de sus hermanos menores.
Cuando Ralph tenía 13 años le gustó mucho una
chica
de su clase. Pero se sentía confundido porque no sentía
atracción
física hacia ella. Continuó confuso por esto y, aunque no
quería
sentirse atraído hacia los hombres, experimentó sus
primeros
deseos homosexuales cuando tenía 15 años.
Ralph comenzó la terapia cuando tenía 25 años.
Nunca
había practicado la homosexualidad y esperaba poder superar sus
tentaciones
homosexuales y casarse algún día. Al principio del
tratamiento,
Ralph se dio cuenta de que se había sentido excesivamente
responsible
por la felicidad de su madre durante muchos años y que esto
había
constituido para él una gran carga. Esa presión le
había
causado un miedo inconsciente de entrar en una relación profunda
con
una chica.
Bajo la presión de estos conflictos, las relaciones homosexuales
le
parecían atrayentes por estar libres de excesiva
responsabilidad.
Su mayor conocimiento de sus miedos a un compromiso de amor con una
mujer
le liberaron y le llenaron de esperanza para el futuro.
6. Trauma sexual en la infancia
Un buen número de varones que fueron violados o maltratados
sexualmente
en su infancia desarrollan una confusión con respecto a su
identidad
masculina. Al igual que otras víctimas de violación,
piensan
que de alguna manera causaron el abuso. Durante la adolescencia, su
relación
con las muchachas está mermada por la vergüenza y por la
creencia
de que ninguna chica podría amarles si conociera sus
experiencias
sexuales.
7. Enfado excesivo
El tipo de enfado que más induce la homosexualidad es el enfado
consigo
mismo. Como resultado de un continuo rechazo por parte de sus
compañeros,
muchos niños adquieren un intenso disgusto hacia sus propios
cuerpos
– piensan que éstos son débiles, poco atractivos y poco
masculinos.
Se sienten tan incómodos con su físico que pasan
muchísimo
tiempo fantasiando sobre cómo escapar de su cuerpo y entrar en
el
cuerpo de otro. Esta ilusión enfermiza puede empezar cuando son
jóvenes
e inducir una fuerte atracción física hacia otros del
mismo
sexo.
La experiencia de ser sostenido y abrazado por alguien del mismo sexo
puede
disminuir el sentido de autorrechazo durante algún tiempo. Sin
embargo,
la incomodidad o el disgusto hacia el propio cuerpo persiste, a pesar
de
la afirmación, afecto o actividad homosexual. Esto ocurre porque
el
afecto en la adolescencia o después de ella no puede deshacer el
odio
hacia uno mismo que se ha experimentado en la infancia y en la
adolescencia.
En muchos homosexuales, la conducta autodestructiva, peligrosa,
adictiva
y sadomasoquista nace de un intenso disgusto hacia uno mismo. El enfado
consigo
mismo también puede llevar al varón a vestirse como una
mujer.
Finalmente, el colmo de la aversión hacia uno mismo y hacia el
propio
cuerpo se puede observar en aquellos que se someten a cirugía
para
cambiar de sexo.
Paul era sensible y muy tímido debido a su pequeña
estatura.
Aunque no se sentía directamente rechazado por sus
compañeros,
se sentía débil e inadecuado. Como no era
físicamente
fuerte, pensaba que no podía practicar ningún deporte. A
medida
que aumentaba en él el sentimiento de auto-aislamiento de sus
compañeros,
también aumentaba el disgusto hacia su propio cuerpo. Le
preocupaba
mucho su apariencia física y nunca se sentía
cómodo
quitándose la camisa en el vestuario de la escuela o en la
piscina
en el verano.
Antes de su adolescencia, Paul empezó a obsesionarse con los
cuerpos
bien formados de sus amigos. A este pensamiento obsesivo le siguieron
fuertes
sentimientos de atracción hacia esos muchachos y luego deseos
homosexuales.
Cuando comenzó a practicar la homosexualidad en la universidad,
usualmente
se imaginaba que asumía el cuerpo de sus compañeros
homosexuales
y que se despertaba con un físico diferente. Sus primeros
encuentros
homosexuales le produjeron un sentimiento muy superficial de sentirse
especial
y de ser amado, pero no le daban una mayor auto-aceptación. De
hecho,
a medida que caía en la promiscuidad se sentía cada vez
más
incómodo consigo mismo, entonces decidió empezar a
recibir
terapia.
En un grupo reducido de personas, la homosexualidad se origina en una
"necesidad"
de rebelarse fuertemente contra sus padres, su familia, sus
compañeros,
la cultura judeo-cristiana o Dios. La conducta homosexual que es
inducida
por el enfado se observa en aquellos cuyos padres del sexo opuesto eran
extremadamente
controladores, emocionalmente insensibles, físicamente abusivos
o
profundamente narcisistas.
Al igual que a otra gente enfadada, esa rebelión les produce
cierto
placer. A algunos de ellos les encanta que sus madres sepan cómo
su
estilo de vida es el rechazo extremo de un amor femenino o (en el caso
de
las lesbianas) como sus padres comprueban que no sienten necesidad del
amor
masculino. El enfado excesivo también se manifiesta en otros
aspectos
de la vida homosexual. El más notable es el enfado
agresivo-pasivo,
que consiste en un silencioso desahogo de hostilidad mientras se
pretende
no estar enfadado y se manifiesta en no informar al compañero
sexual
de que se es portador del virus que causa del SIDA. Estas personas a
menudo
sienten que porque ellos tienen que sufrir, otros también deben
hacerlo.
Por último, se observa también un intenso enojo en los
homosexuales
dentro de los medios de comunicación social, en la
educación,
en la salud o en la política, cuando intentan obligar al resto
de
la sociedad a que acepte la homosexualidad. A menudo sus métodos
consisten
en asaltar directamente a la moral judeo-cristiana, a la familia y a
las
diferencias básicas entre el hombre y la mujer.