BEATA EUSTOQUIO BELLINI
13 de febrero
1469 d.C.



   Hija de una monja de Padua que había sido seducida, su nombre de bautismo era Lucrecia Bellini. A los cuatro años, el demonio se posesionó de su cuerpo, sin quitarle el uso de la razón, atormentándola toda la vida. A los siete años fue confiada a las monjas del monasterio de San Prosdócimo; la conducta de la comunidad no era muy ejemplar, pero Lucrecia ante los desvaríos mundanos, prefería el retiro, el trabajo y la oración, era muy devota de María, San Jerónimo y San Lucas.

   En el 1460, el obispo Jacopo Zeno, a la muerte de la abadesa, intentó imponer una mayor disciplina en el monasterio, pero las monjas y las educadoras, regresaron a sus casas, se quedó sólo Lucrecia Bellini. Entonces llegaron al monasterior las benedictinas provenientes del convento de Santa María de la Misericordia, bajo la dirección de la abadesa Giustina da Lazzara. Lucrecia, con 18 años, gentil y piadosa, se hizo monja en el 1461 y, tomó el nombre de Eustaquia; durante cuatro años, sufrió violentos ataques de histeria, producidos por el diablo. Fue la cenicienta del convento benedictino de Padua. Una vez liberada, la abadesa enfermó de un extraño mal, fue culpada Eustoquia, considerándola una bruja. Fue tratada como una persona poseída por el demonio y por lo cual la exorcizaron, la tuvieron prisionera alimentándola sólo con pan y agua, incluso la llegaron a prohibir que comiera cualquier cosa; cuando volvía en sí, soportaba con heroica paciencia y humildad este trato. Murió después de haber hecho los votos, en su pecho fue encontrado, impreso a fuego, el nombre de Jesús. 

   Eustoquia es el único ejemplo conocido de una persona que haya llegado a la santidad estando poseída toda su vida por el demonio. Sus restos reposan hoy en la iglesia de San Pedro de Padua. El culto fue aprobado para Padua por el Papa Clemente XIII en 1760, y se hizo extensiva la aprobación en 1767 para todos los estados de la República de Venecia.



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(Parroquia San Martìn de Porres)