BEATA ESTEFANÍA
QUINZANI
2 de enero
1530 d.C.
Nacida
en Orzinuovi (Brescia) y la familia muy pronto se trasladó en
Soncino. La vocación religiosa la había heredado de su
padre Lorenzo Quinzani, el cual era Terciario dominico. A los siete
años hizo voto de celibato, y tuvo una visión de Cristo
que le puso un anillo en el dedo. Muerto su padre en 1472, se
marchó a Crema, donde vivió hasta 1500, como criada en
varias casas. Cuando era niña, el dominico el beato Mateo
Carreri, le predijo una herida del divino amor.
Se hizo Terciaria
dominica seglar con 15 años, pero ya antes fue revestida con el
hábito por santo Domingo de Guzmán en una celeste
visión. Los ángeles le pusieron el cíngulo de
santo Tomás de Aquino, quedando, para siempre, confirmada en la
perfecta pureza. Durante 40 años, todos los viernes,
experimentó la entera Pasión de Cristo y sufrió
los estigmas de la pasión. Como santa Catalina de Siena, le fue
cambiado, milagrosamente, el corazón. Dotada del don de consejo
se convirtió en oráculo de muchas personas, y fue recibia
con grandes honores en las varias ciudades que visitó. Un
día Cristo se le apareció y le dijo: “Hijita, tu me has
dado el don completo de tu voluntad, ¿qué recompensa
quieres?”; “No quiero otra merced que Tú mismo”,
respondió Estefanía.
Fundó un convento en Soncino (con santa Ángela de Merici)
en 1512, pero no llegó a profesar como religiosa. Se
dedicó a las prácticas de la misericordia espiritual para
la formación y edificación de sus hermanas, sobre todo
las más jóvenes. No le faltaron las tribulaciones, las
pruebas y las tentaciones. Las aceptó y las superó como
escalones necesarios hacia la santidad. Tuvo que dejar el convento diez
años antes de su muerte. El beato Mateo Carreri, gran director
de almas le predijo que sería su heredera. Murio santamente
pronunciando las palabras de Jesús en la cruz: “In manus tuas
Domine, commendo spiritum meum!”. Sus reliquias reposan en
Soncino. Su culto fue confirmado en 1740 por el Papa Benedicto XIV.