Nació en Gravedona, Como,
introducido al comercio, de repente mostró que su naturaleza no
se adaptaba y tenía repugnancia para aquella actividad. Se
inscribió en el colegio lombardo en Roma y estudió
Teología en la universidad Gregoriana. A los 26 años tuvo
su primera crisis depresiva. Volvió en familia y por 8 meses
estuvo en silencio. De tal crisis Enrique aprendió a confiar
más en la infinita bondad y misericordia de Dios que sobre sus
fuerzas, sus méritos y su perfeccionismo.
Al año siguiente ingresó en la Orden de
Clérigos Regulares Ministros de los Enfermos (camilos). Fue
ordenado sacerdote por el futuro san Pío X, obispo de Mantua
(1889). Cuando a los 35 años le dieron la responsabilidad
educativa (vicemaestro de los novicios y la docencia en
teología), reapareció el espectro de la depresión.
Los superiores decidieron así de destinarlo al hospital civil de
Verona como capellán y aquí halló de nuevo
serenidad y equilibrio. En los sucesivos 32 años trabajó
en modo generoso e incansable para sus enfermos, primero en Verona y
luego en Cremona. Organizó el voluntariado caritas en hospital y
para las visitas a domicilio, fue ecónomo de la clínica y
superior en varias etapas para un total de 12 años, el todo sin
ningún problema. Verdadero hombre de Dios vivió siempre a
la luz de la fe. En la noche obscura de su enfermedad depresiva
veía como única luz, el valor del servicio al enfermo
"hasta morir por él". Su empeño llegaba hasta el extremo
de sus fuerzas en el crecer en el amor de Dios.
Fue un capellán heroico en el quehacer diario, fue
un religioso siempre fiel a Dios y a los prójimos a él
confiados; se distinguió cuando el hospital de San Camilo de
Cremona en la primera guerra mundial se volvió hospital militar
acogiendo muchos jóvenes heridos que venían del frente. A
los 73 años escribió que sentía perder las
fuerzas, en breve un resfrío se transformó en
bronconeumonía, pidió el óleo de los enfermos, el
perdón de todos y de rezar por él, en la noche recibe
también el viático luego entra en la oración con
los brazos cruzados y en esta posición murió. Fue
beatificado por el papa Juan Pablo II el 4 de mayo de 1997.