BEATO ENRIQUE DE
BOLZANO
10 de junio
1315 d.C.
Nació en Bolzano (Tirol), y aquí llevó la dura
vida de un pobre artesano zapatero, durante sus primeros treinta
años, donde contrajo matrimonio y tuvo un hijo, pero fue
expulsado de su ciudad natal por los herejes a causa de su
devoción. Vivió en Treviso, donde se ganó el pan
como mozo de los recados y después como carpintero; era
analfabeto. Sufrió la muerte de su esposa y de su hijo;
distribuyó todas sus posesiones a los pobres; en su vejez
vivió de limosnas, ya sin fuerzas, con otros mendigos.
Sufrió en silencio las burlas de las gentes por su aspecto
físico, bajito, de espaldas anchas, vestido de harapos, feo y un
tanto contrahecho, su rostro tenía una expresión feroz
aunque él fuera todo dulzura y paciencia.
Tanto en Bolzano como en Treviso fue notoria sus continuas
visitas a la iglesia (en Treviso visitaba todas las iglesias de la
ciudad todos los días) siendo además un ávido
asistente a la Misa. Más admirable todavía era su vida
penitente: dormía en una cama dura, usaba ropas ásperas y
realizaba largas vigilias de oración.
Cuando murió, completamente solo en su cuarto, los
trevisanos decían que había muerto un santo. A sus
funerales asistieron muchísimas personas que fueron testigos de
grandes prodigios. Durante todo el año posterior a su muerte
miles de peregrinos visitaban la ciudad de Treviso, un obispo del
comité investigador registró en muy poco tiempo
trescientos cuarenta y seis milagros, la mayor parte fueron curaciones
contadas por los testigos oculares. Su culto fue confirmado por el Papa
Benedicto XIV el 23 de julio de 1750.