BEATA EMILIA FERNANDEZ RODRIGUEZ DE CORTES
1939 d.C.
25 de enero
Sus padres, gitanos ambos,
la bautizaron nada más nacer en la Iglesia Parroquial de santa María
de su pueblo. Educada en las costumbres de su raza, le enseñaron el
oficio de confeccionar canastos de esparto para ganarse honradamente el sustento.
Aunque enamorada de Juan Cortés Cortés, también
gitano, no podía contraer matrimonio por la Persecución Religiosa.
Finalmente, se unieron a principios de 1938 y ella quedó encinta.
Para librar a su marido de participar en el frente, untó sus ojos
con sulfato y declararon su inutilidad. No tardó en ser detenida y,
a pesar de su gravidez, ingresó en la prisión de Mujeres de
Gachás Colorás en Almería el veintiuno de junio de 1938.
Fue juzgada y condenada a seis años de prisión el ocho de julio.
Su compañera de prisión, doña María de
los Ángeles Roda, contaba: « Recuerdo la figura de Emilia, aquella
gitana de ojos negros y muy grandes, alta, con el pelo tirante y un moño
en la nuca, que nos llamaba poderosamente la atención por su estado
de gestación, ya que allí estaban todas muy delgadas por la
falta de comida. Amable, hablaba bajito, era además muy respetuosa
y religiosa. »
Admirada por la ayuda que le prestaban algunas presas católicas,
les pidió que la instruyeran en el rezo del Rosario. La cruel directora
de la prisión, al advertir su devoción, prometió favorecerla
sí denunciaba a sus catequistas. Al negarse la sierva de Dios, fue
aislada en una celda y sometida a malos tratos durante su embarazo.
El trece de enero de 1939 dio a luz a una niña y, tras
el parto, le negaron cualquier asistencia médica. Como escribe el
presbítero Gallego Fábrega: « En la mañana del
día veinticinco acabó el martirio de la guapa gitanilla de
veintitrés años, que murió abandonada y sola, pero sin
denunciar a su catequista, a pesar de todas las presiones a que estuvo sometida.
» Aunque sus compañeras bautizaron ellas mismas a su hija, las
autoridades se la llevaron y nunca más se supo de ésta.