BEATA EMILIA BICCHIERI
3 de mayo
1314 d.C.
Natural de
Vercelli; era hija del patricio gibelino Pietro Bicchieri. Desde
niña mostró una sensatez muy superior a su edad. Odiaba
los discursos inútiles y su principal placer consistía en
retirarse en la soledad de su habitación para hablar con Dios.
Pronto se quedó huérfana de madre, pero su padre supo
rodearla de un profundo cariño. Esto constituyó el
obstáculo más grande cuando ella decidió
consagrarse a Dios. Al final, en 1255, convenció a su padre para
que construyera un convento, en las cercanías de Vercelli,
llamado de Santa Margarita, donde ella se enclaustró para vivir
la vida religiosa bajo la regla de la Tercera Orden dominicana, fue
ése el primer convento de Terciarias Regulares de Santo Domingo.
Tuvo mucho éxito como priora (1273), llevó a
toda la comunidad a una gran perfección religiosa. Se
ajustó plenamente a las exigencias de su profesión
religiosa. Jamás aconsejaba a sus religiosas algo que no
practicase ella misma y evitaba en cuanto era posible las
conversaciones en el recibidor con las damas principales de Vercelli.
Insistía sobre todo en que sus religiosas no perdiesen nunca de
vista el fin de sus acciones y las realizasen con pureza de
intención; si no, según solía decir, la religiosa
será como quien va al mercado sin saber qué quiere y
cuál es el precio de la mercancía. Su orden preferida
era: “Hacer todo solamente por Dios”. Inculcó insistentemente en
sus corazones una gran gratitud por los numerosos beneficios que el
buen Dios les había donado.
Vivió en una humildad profunda, feliz de ser sierva
de sus hermanas. Fue asidua en la oración, devota de la
Eucaristía, de la Pasión de Cristo y de María. La
oración y una íntima unión con Dios marcaron toda
su vida. Se dice que tuvo dones taumatúrgicos y muchos
éxtasis místicos. La beata murió el 3 de mayo de
1314, precisamente el día en que cumplía setenta y seis
años. Sus restos reposan en la basílica catedral de
Vercelli. Su culto fue aprobado el 19 de julio de 1769 por el Papa
Clemente XIV.