EL PECADO ORIGINAL
"Sin embargo, el hombre constituido por Dios en estado
de inocencia, ya en el comienzo de la historia abusó de su
libertad, inducido por el Maligno, alzándose contra Dios y
pretendiendo alcanzar su fin fuera de Dios...Lo que nos enseña
la Revelación divina coincide con la misma experiencia. Pues el
hombre al observar su corazón hecha de ver que también
está inclinado hacia el mal y sumergido en una multitud de
maldades que no pueden venir de su Creador, que es bueno" (Concilio
Vaticano II).
EL PRECEPTO Y LA DESOBEDIENCIA
Dios colocó a nuestros primeros padres en un
delicioso jardín, llamado el paraíso terrenal, donde
gozaban de tranquila felicidad (Génesis 1,26). Los
elevó, además, a un orden sobrenatural con el cual eran
capaces de lograr el fin sobrenatural de la visión
beatífica. Sin embargo, por ser infinitamente justo, dispuso que
ese fin lo obtuvieran por méritos propios, de acuerdo a la
naturaleza libre de su ser.
Para ello, les impuso un precepto, a saber, el no comer de
una fruta que se encontraba en medio del paraíso,
amenazándolos de muerte si desobedecían (Génesis
2,17).
Adán y Eva no obedecieron al Señor. Eva se
dejó seducir por el demonio, quien le dijo que si comían
serían como dioses, sabedores del bien y del mal. Comió,
pues, del fruto, y luego se lo presentó a Adán, quien por
complacerla también comió (Génesis 3).
EL PECADO
El pecado de nuestros primeros padres no fue un simple
pecado de gula, sino un gravísimo pecado de soberbia, al
pretender ser iguales al Altísimo.
En virtud del don de integridad, el pecado no podía
ser de pasión (rebelándose al dictado de la
razón), pues le estaban perfectamente sujetas. Tenía que
venir la ruptura por la rebeldía de la razón, no
sujetándose ésta al designio divino.
Además, hizo más grave su pecado la
circunstancia de que el mandato era fácil de guardar, y de que
ellos no tenían ni ignorancia que cegara su mente, ni
concupiscencia que los arrastrara al mal.
EL CASTIGO
Nuestros primeros padres, no solamente fueron arrojados
del paraíso en castigo de su pecado, sino que:
1.-Fueron privados de los dones sobrenaturales, a saber: de la gracia y
del derecho a la gloria; y quedaron esclavos del demonio y condenados a
eterna perdición, si Dios no los perdonaba.
2.-Fueron privados de los dones preternaturales, y así:
a) En vez de la ciencia se vieron sometidos a la ignorancia.
b) En vez de la integridad, sintieron el desorden en su naturaleza, a
saber, la concupiscencia, o rebelión de la carne contra el
espíritu, y la inclinación al mal por parte de la
voluntad.
c) En vez de la inmunidad se vieron sometidos a toda clase de
privaciones y sufrimientos.
d) Y en vez de la inmortalidad, se vieron castigados con la muerte.
EL PECADO ORIGINAL
El pecado de Adán no es exclusivo de él,
sino que se transmite a todos los hombres. Se llama pecado orginal
porque nos viene a consecuencia de nuestro origen.
Este pecado nos viene a consecuencia de nuestro origen,
porque Adán era cabeza y fuente de todo el humano linaje.
Adán, pues, con su pecado hizo que la naturaleza humana se
rebelara contra Dios; y por eso, al nacer, recibimos la naturaleza
humana privada de la gracia y del derecho al cielo.
VERDADERO PECADO, PERO NO ES PECADO PERSONAL EN NOSOTROS
El pecado original es verdadero pecado, pero no es en
nosotros pecado personal.
1.-Es verdadero pecado. Porque nos despoja de la gracia y del derecho
al Cielo. Por su causa nacemos "hijos de la ira", como nos dice San
Pablo; esto es, privados de la justicia original (Efesios 2,3).
Para comprender mejor esta noción conviene tener
presente la diferencia entre el acto de pecado y el estado de pecado.
Pongamos por ejemplo un robo grave. El acto de pecado, o sea la misma
acción de robar, pasa. El estado de pecado, o sea la
privación de la gracia que el pecado produjo en nuestra alma,
perdura hasta que el pecado se nos perdone.
Pues bien, tratándose del pecado original cabe la
misma distinción. El acto fue cometido por Adán y
pasó. Las consecuencias de ese acto, o sea la privación
de la gracia y del derecho al cielo, perduran y afectan a todos sus
descendientes.
2.-Pero no es en nosotros pecado personal. Este pecado evidentemente es
distinto en Adán y en nosotros.
a) En Adán fue pecado personal, cometido por un acto de su
voluntad.
b) En nosotros no es cometido por un acto de nuestra voluntad, sino que
nos viene sin quererlo, a consecuencia de nuestro origen.
Por lo mismo que no hay acto ninguno de nuestra parte en
él, no hay tampoco nada positivo. En nosotros el pecado original
es una simple privación, a saber, la privación de la
gracia con que hubiéramos nacido si no viniéramos al
mundo manchados con él.
SUS EFECTOS
Por el pecado original, el hombre:
a) Nace despojado de los dones sobrenaturales, de la gracia y del
derecho al Cielo.
b) Se ve privado de los dones preternaturales y sometido a la
ignorancia, la concupiscencia, los sufrimientos y la muerte.
c) Por último, su misma naturaleza quedó debilitada.
Así dice el Concilio de Trento: "Todo Adán
por el pecado pasó a peor estado en el cuerpo y en el alma".
Una de las más desagradables consecuencias del
pecado original es la inclinación al mal y la concupiscencia.
1.-El pecado disminuyó en el hombre la
inclinación al bien. La inclinación a la virtud es
natural al hombre, porque obrar conforme a la virtud, es obrar conforme
a la razón; pero, después del pecado, tender a la virtud
resulta difícil y costoso.
Sin embargo, es falsa la doctrina según la cual la
naturaleza humana quedó a tal grado corrompida, luego del pecado
original, que ya es incapaz de obrar el bien. La fe católica
indica que quedó herida,enferma, pero no corrompida.
2.-La concupiscencia (o inclinación al pecado) de
suyo no es pecado. El Concilio de Trento condenó el error de
Lutero, que confundía a la concupiscencia con el pecado
original; y así por el bautismo nos borra este pecado y nos deja
la concupiscencia. Pero sí es una de nuestras mayores
mortificaciones y la raíz de mayor número de pecados.
Preocupado por esa inclinación al mal exlamaba San Pablo
"¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?"
(Romanos 7,24).
a) No supone injusticia por parte de Dios
Dios no fue injusto en castigar a todos los hombres por el
pecado de uno solo; en efecto:
1.-Si se trata de los dones, sobrenaturales y preternaturales:
a) No eran dones debidos a la naturaleza del hombre, sino
sobreañadidos por pura bondad.
b) Y Dios era libre de concedérselos bajo una condición.
Y no cumplida ésta, pudía quitárselos sin
injusticia.
Ejemplo: un maestro ofrece a sus alumnos un paseo si
determinados discípulos se portan bien. Si ellos se portan mal,
puede el maestro sin injusticia privar a todos del paseo.
c) En fin, el pecado original puede privar de la felicidad del Cielo;
pero por el puro pecado original nadie se condena.
Si se trata de niños que mueren sin bautismo, su
destino es el limbo. Si de adultos, nadie se condena sin haber cometido
una transgresión grave y voluntaria de la Ley de Dios.
2.-Si se trata del debilitamiento que el pecado dejó en la
naturaleza, tampoco obró Dios con injusticia, porque nos
brindó medios muy propios para fortificarnos, y vencer la
tendencia del mal.
Dios la remedia dándonos la gracia de que el pecado
nos privó. La gracia nos ayuda eficazmente en el vencimiento del
mal y la práctica del bien.
DOGMA Y MISTERIO
El pecado original es dogma de fe, definido por el
Concilio de Trento, y expresado claramente en la Escritura.
Así dice San Pablo: "Como el pecado entró en
el mundo por un solo hombre, y la muerte por el pecado, así la
muerte ha pasado a todos los hombres, habiendo pecado todos en uno
solo" (Romanos 5,12). Consta, pues, que tanto el pecado como la muerte
son efecto del pecado de uno solo.
Más el pecado original también es un
misterio. Hay en él cosas que no podemos comprender, aunque
tampoco enseña nada que contradiga de lleno la razón.
Por ejemplo, de Adán no recibimos sino el cuerpo;
¿Cómo es posible que se nos transmita el pecado, que
reside en el alma?. Contestan los autores que tal cosa no es imposible,
como lo vemos en la ley de la herencia, pues con frecuencia los hijos
heredan no sólo las cualidades físicas, sino
también las intelectuales y morales de sus padres. Hay esta otra
explicación, más fundamental, en razón del pecado
de Adán, Dios crea para cada uno de sus descendientes el alma
sin adornarla de la justicia original.
Por otra parte, el dogma del pecado original ayuda mucho a
explicar la debilidad y malas inclinaciones del hombre, que de otra
suerte quedan sin explicación satisfactoria.
EXCEPCION DEL PECADO ORIGINAL
Todos los hombres contraen el pecado original, con
excepción de Nuestro Señor Jesucristo y de la
Santísima Vírgen María.
1.-Cristo no incurrió en él por derecho de
naturaleza, ya que por su concepción milagrosa no estaba
sometido a la triste herencia de Adán.
2.-La Vírgen María tampoco lo contrajo,
aunque ya no por derecho, sino por especial privilegio de Dios, que se
llama su Inmaculada Concepción.
La Inmaculada Concepción de María consiste
en que María por especial privilegio de Dios, y en
previsión de los méritos de Cristo, desde el primer
instante de su ser se vio adornada con la gracia. Se dice:
a) Por especial privilegio, porque María, como descendiente de
Adán, hubiera debido contraer el pecado original; y, si no lo
contrajo, fue por especial gracia o privilegio de Dios.
b) En previsión de los méritos de Cristo, porque
María necesitó ser redimida, como los demás hijos
de Adán. Sólo que en Ella la redención fue
más admirable: a nosotros nos levanta después de
caídos en el pecado; a María no le permitió caer.
c) Desde el primer instante de su ser se vio adornada con la gracia, es
decir, desde que su alma se juntó con su cuerpo, estuvo
Aquélla revestida de la gracia santificante.