BEATO EDUARDO ROMERO CORTES
1936 d.C.
31 de agosto
Recibió el Bautismo,
un día después de su nacimiento, en la desaparecida Iglesia
Parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación de su pueblo
natal. Muy unido a sus ocho hermanos, educó en su propia casa a varios
de sus sobrinos al quedarse huérfanos.
Devotísimo de la Madre de Dios, ingresó en el
Seminario de Almería por su profunda vocación sacerdotal. Fue
ordenado presbítero el seis de junio de 1903 y se le encomendaron
varias misiones pastorales. El uno de octubre de 1911 fue nombrado párroco
de Nuestra Señora de la Asunción de Bentarique, donde entregaría
los siguientes veinticinco años de su existencia. Un antiguo feligrés
rememoraba que: « Con los niños se desvivía en obsequios
para tenerlos contentos en catequesis. Con los jóvenes inició
los grupos de Acción Católica, y con los adultos inició
los grupos de Madres Cristianas que tenían sus reuniones semanales
y sus retiros espirituales. Era todo un apóstol. »
Nunca quiso responder a los ataques laicistas, aunque era consciente
de las amenazas: « ¡Los sacerdotes lo vamos a pasar muy mal,
- solía decir - nos van a eliminar a muchos!» Aunque recibió
un nombramiento en la ciudad de Granada, no quiso abandonar Bentarique ante
la inminencia de la Persecución Religiosa. Sus familiares querían
que se marchara, pero objetaba: « ¿Qué mal me van a hacer
a mí sí yo los he bautizado a todos?, a nadie hice mal nunca…
pasará lo que Dios quiera. »
Sólo aceptó refugiarse en un cortijo próximo
al pueblo, donde fue salvajemente detenido el doce de agosto de 1936. Cruelmente
torturado y preso en Almería, recibió la corona del martirio
a los cincuenta y ocho años. Su sobrina quedó tan horrorizada
al reconocer su desfigurado cadáver que malogró su embarazo.