BEATO DIONISIO
FUJISHIMA
1 de noviembre
1622 d.C.
En Shimabara en
Japón,
el Beato Pedro Pablo Navarro, presbítero; Dionisio Fujishima y
Pedro
Onizuka Sandayu, religiosos, de la Compañía de
Jesús y Clemente
Kyuemon, mártires por odio a la fe cristiana.
En 1867, el mismo año en que se
reanudó la persecución en Urakami, aunque no llegó
al derramamiento de sangre, el papa Pío IX beatificó a
205 mártires del Japón. Por diversas causas (entre las
que desgraciadamente nos vemos obligados a reconocer la de los celos
nacionales y aun las rivalidades religiosas entre los misioneros de
varias órdenes) el «shogun» Ieyasu Tokugawa
decretó que el cristianismo tenía que ser abolido. La
persecución se inició en 1614, y los beatos sufrieron el
martirio entre los años 1617 y 1632. La persecución
aumentó gradualmente en intensidad hasta 1622, cuando tuvo lugar
la «gran matanza».
El beato Pablo Navarro fue quemado en vida en
Shimabara, el l de noviembre del mismo año. Había nacido
en 1560, era italiano, y estuvo largo tiempo en la India antes de
misionar en el Japón. Llegó a dominar el idioma a la
perfección, ejerció su ministerio con celo extraordinario
en Nagasaki y otras partes y, durante veinte años, fue rector de
la casa de los jesuitas en Amanguchi. Las cartas llenas de nobles y
elevados conceptos que escribió el padre Navarro en
vísperas de su martirio, fueron impresas en el segundo volumen
de la «Histoire de la Religion Chrétienne au Japon»
(1869), de L. Pagés.
Con él fueron también quemados los
jesuitas japoneses Dionisio Fujishima y Pedro Onizuka Sandayu (nacidos
en 1584 y 1604 respectivamente), y el catequista Clemente Kiuyemon
(nacido en 1574). Habían llegado al lugar del suplicio cantando
las letanías de la Virgen. Muchos espectadores, entre ellos los
cristianos, admiraban la fortaleza y serenidad de los testigos de
Cristo. El rey Bungodono, contrario a la sentencia imperial de muerte,
pero que no podía impedir, ordenó que fueran muchos los
haces de leña para que los mártires, muriendo pronto,
padeciesen menos, y que estuviesen muy cercanos a los postes en donde
eran atados.