BEATO DIEGO ODDI
3 de junio
1919 d.C.
José
Oddi nació en Vallinfreda, Roma, en el seno de una familia muy
pobre. Se dedicó a la vida de piedad y al trabajo del campo;
tenía una gran devoción por María y era un joven
lleno del espíritu de oración. Durante una
peregrinación al Retiro de San Francisco en Bellegra,
quedó impresionado por el lugar y la vida franciscana. Pasaron
cuatro años, pero no podía olvidar aquella experiencia y
volvió allí en 1864, y allí le abrió un
anciano fraile portero, con fama de santidad, que llevaba 40
años en el mismo lugar, era el beato Mariano de Roccacasale.
Fray Mariano le dijo: “¡Sé bueno; sé bueno, hijo
mío!”. Estas sencillas palabras fueron decisivas para su vida.
Regresó a su pueblo afianzando su oración y encontrando
el camino de su vocación.
En 1871, ingresó, superando la resistencia de sus
padres, en el Retiro de Bellegra. Fue acogido en un principio como
“terciario oblato”. En 1877 los frailes fueron expulsados de su querido
«Retiro» y forzados a vivir en casa de algunos
bienhechores. Pero Fray José continuó ocupándose
del cuidado del huerto del convento, que había sido confiado a
un amigo de los frailes. Con el regreso de los frailes a su convento
(1878) y la subsiguiente reapertura del noviciado (1884), fray
José fue admitido a la prueba canónica (12 de febrero de
1884), tomando también el nuevo nombre religioso de fray Diego.
Hecha la primera profesión el 14 de febrero de 1886 y la solemne
el 16 de mayo de 1889, permanecerá en el Retiro de
Bellegra.
Diego inició una nueva vida: durante 40 años
recorrió los caminos de Subiaco pidiendo limosna. Analfabeto,
pero ingenioso y fácil para el diálogo, sorprendió
a todos. Mientras los demás frailes dormían, Diego oraba
todas las noches; de esta oración profunda se traslucía
una sabiduría de fe y verlo ayudar en Misa y acercarse a la
comunión equivalía una predicación. También
despertaron admiración, su austeridad y penitencia, que
él trató de ocultar pero que era manifiesta con quienes
vivían con él. Tuvo dones taumatúrgicos.
Murió lleno de santidad en su convento de toda la vida. Los
restos mortales del querido apóstol «itinerante» son
guardados con viva piedad en su querido Retiro de Bellegra, meta de
numerosas peregrinaciones. Beatificado por SS Juan Pablo II el 3 de
octubre de 1999.