BEATO DIEGO
JOSÉ DE CÁDIZ
24 de marzo
1801 d.C.
Llamado el "apóstol de Andalucía". Natural de
Cádiz. Según cuenta así resumía su
infancia: “En mis primeros años me dio el Señor un
corazón dócil e inocente; seguí los estudios de
gramática en Grazalema, pero con muy escaso aprovechamiento por
mi natural rudeza e inaplicación; no obstante, a los doce
años ya estaba estudiando súmulas, lógica y
metafísica entre los padres dominicos de Ronda”.
En 1757 ingresó
en el convento de capuchinos de Ubrique (Cádiz), donde
residían sus padres; hizo el noviciado en Sevilla, con la
profesión en el 1759. Estudió Filosofía en
Écija y Teología en Cádiz. En 1767 fue ordenado
sacerdote en Carmona, Sevilla. Recién ordenado sacerdote,
quedó impresionado por los estragos que causaban en la Iglesia
de España las corrientes enciclopedistas y regalistas, mezcladas
con las teorías del obispo de Tréveris, Febronius, que
negaba la constitución monárquica de la Iglesia, y
afirmaba que el Papa estaba sujeto al concilio. Fue destinado a
Ubrique, donde se preparó de manera intensiva estudiando a fondo
Sagrada Escritura, así como todo cuanto le ayudara a predicar el
Evangelio. La Cuaresma predicada en Estepona en 1771 marcó el
punto de partida de una labor infatigable de misionero popular.
Nuestro beato ha sido
comparado con san Vicente Ferrer y san Juan de Ávila. Dios le
dio grandes dotes, y eso que lo rechazaron por fracasar en los
estudios. Vivió 30 años de vida activísima como
predicador exaltado que quería ir de misionero al Infierno.
Predicó en toda España, especialmente en
Andalucía, que se la recorrió a pié varias veces;
predicó en Ceuta, Málaga, Ronda, Sevilla, Cádiz,
Jerez de la Frontera, Puerto de Santa María.... No le faltaron
pruebas y, como resultado de intrigas, se vio confinado a un convento
de Cáceres. Rehabilitado, estuvo en Madrid, y después
volvió a Andalucía. El cardenal Lorenzana escribía
entusiasmado: "La entrada de fray Diego en Toledo ha sido tan
magnífica como la de Jesús en Jerusalén". En las
misiones populares hablaba varias horas al día ante muchedumbres
de más de 50.000 personas, siempre al aire libre. Dedicaba
varias horas a la oración, y escribía como si fuera un
profesional de la pluma. Ideó la devoción al Trisagio. Su
radio de acción se fue abriendo cada vez más: Valencia,
Galicia, las dos Castillas, Aragón, Asturias, León,
Murcia y Cataluña.
Se dice de él,
que sólo de María, a la que llamaba "Pastora de las almas
y de la paz", predicó más de 5.000 sermones; y en
total pasaron de los 20.000 los sermones sobre todos los temas. Se
cuenta que tuvo dones extraordinarios de Dios: profecía,
éxtasis y milagros. Pero también tuvo que pasar por las
tribulaciones. Cuenta que siendo estudiante se sentía atado por
la inclinación afectuosa a una persona, lo que le tenía
disperso y desconcentrado. "Clamé a Dios, corté aquellos
apegos y todo cambió en mí". Tuvo tentaciones fuertes,
sobre todo cansancio ante los fracasos; pero fue paciente, puso los
medios y todas las superó.
Su director espiritual le repetía que Dios le había
escogido para sembrar la luz por toda España, desde la Corte
hasta la última aldea. En su misión de Aranjuez y Madrid
quiso atraer al buen camino a la reina María Luisa, esposa de
Carlos IV; no lo pudo conseguir, y menos por la influencia de Godoy. Su
libertad evangélica a la hora de corregir, le trajo problemas.
Estuvo un tiempo confinado por orden del gobierno. Fue denunciado a la
Inquisición, que le mandó recortar sus audacias verbales.
El siguió incansable su tarea de apóstol, mientras tuvo
fuerzas. Se había desvivido por sus hermanos. Poco antes de
morir en Ronda, Málaga, repitió: "Señor, Tú
sabes que te amo". Fue beatificado por León XIII el 23 de
abril de 1894.