Los libros deuterocanónicos son los que fueron incluidos en el canon, o lista de los libros inspirados, después de algún período de dudas. Son Deuterocanónicos:
Antiguo
Testamento:
Tobías, Judith, Sabiduría, Baruc, Eclesiástico
(Sirácides), Primero y Segundo Libro de los Macabeos.
Nuevo
Testamento:
Hebreos, Santiago, Segunda Carta de San Pedro, Segunda y Tercera Carta
de San Juan, Judas, Apocalipsis.
Por lo que se refiere al Antiguo Testamento, los judíos
consideraron apócrifos todos los libros escritos en griego,
aceptando como inspirados solamente los que fueron escritos en hebreo y
en Palestina.
Como se ve, este criterio no tiene ninguna validez, puesto que todo el
Nuevo Testamento fue escrito en griego. Además, cuando
decidieron esto (siglo 2 d.C.), los judíos ya no tenían
ninguna autoridad, ya que Cristo confirió todo poder a su
Iglesia.
Los protestantes consideran apócrifos solamente los
deuterocanónicos del Antiguo Testamento, mientras aceptan como
inspirados los deuterocanónicos del Nuevo Testamento.
Otros datos importantes: la versión griega de los LXX (setenta), la que usaban los judíos de la diáspora (= dispersión = los que vivían fuera de Palestina) y que usaron los apóstoles y los evangelizadores de las primeras generaciones cristianas, contenía también los libros deuterocanónicos; en el Nuevo Testamento encontramos citas de los deuterocanónicos por ejemplo: Sir 28,13-26 Cf. Stgo 3,1-12; Sir 19,20-30 Cf. Stgo 3,13-18; Sir 4,26 Cf. Stgo 5,15, etc.