BEATO DANIEL BROTTIER
28 de febrero
1936 d.C.
Nació
en La Ferté-Cyr (Francia). Hijo de una familia modesta y
piadosa, ingresó en el seminario diocesano de Blois hasta el
1899 que fue ordenado sacerdote. Al hacer el servicio militar ya
manifestó sus dotes en el apostolado. Fue sacerdote diocesano
durante tres años, en los cuales ejerció con
dedicación su puesto de profesor en el colegio
eclesiástico de Pontlevoy. Pero tenía vocación
misionera y por ello en 1902 ingresó en Orly en la
Congregación del Espíritu Santo, haciendo los votos en
1903. Su labor misionera se desarrolló en Senegal, donde estuvo
siete años, a causa de su precaria salud, que desde los doce
años venía produciéndole molestias y
sufrimientos.
La Providencia
le destinó a ser apóstol de la caridad en Francia con los
combatientes de la I Guerra Mundial como capellán con los que
estuvo entre trincheras el tiempo que duró el conflicto, y en el
que su entrega fue total, en continuo peligro de su vida. Fue el
consuelo de los soldados desanimados y cansados, la alegría en
los momentos de tristeza, la compañía con los heridos y
el consuelo con tantísimos moribundos. Su heroísmo y
patriotismo le valió que le otorgaran la Legión de Honor
y la Cruz de la Guerra.
Con la paz fue
nombrado, en 1923, director de la casa de Huérfanos Aprendices
de Auteil. Al empezar tenía 175 alumnos y 13 años
más tarde el alumnado se había multiplicado por ocho, con
1400 alumnos. Todo eso necesitaba de un presupuesto, así con su
buen hacer y administración, junto con su confianza en la
Providencia y en santa Teresita del Niño Jesús, del que
era un gran devoto, la obra pudo salir adelantes. Sin sus dotes para
conseguir donaciones, no se hubiera podido construir la catedral de
Dakar, ni lanzar la Unión Nacional de Excombatientes, que
llegaría a contar con dos millones de asociados. Fue un modelo
de hombre de oración, y supo conjugar perfectamente la
acción con la contemplación. Fue declarado beato por
el Papa Juan Pablo II, el 25 de noviembre de 1984.