BEATO CRISTÓBAL
MACASSOLI
5 de marzo
1485 d.C.
Nació en Milán. Hacia los 20 años se hizo
franciscano, cuando san Bernardino de Siena recorría las
ciudades de Italia predicando incansablemente el evangelio, y
suscitando un profundo cambio en las almas, con grandiosas
conversiones, y trabajaba intensamente para volver a la Orden
Franciscana a la primitiva observancia de la regla como la había
dictado y practicado San Francisco de Asís.
Cristóbal, se
colocó en el camino de san Bernardino. Ordenado sacerdote, fue
insigne por su predicación y santidad, y por su entrega generosa
y sin medida al ministerio apostólico. Su fama fue creciendo, ya
por las numerosas conversiones que obró, ya por los poderes
taumatúrgicos que se le atribuyeron.
Con San Pacífico de Cerano fundó el convento de Santa
María de las Gracias en Vigevano. Allí fijó su
residencia después de una vida de gran actividad
apostólica. Pronto la fama de su santidad se extendió tan
ampliamente, que aun de partes lejanas llegaban a él numerosos
fieles para pedir su oración y escuchar su palabra siempre llena
de caridad y comprensión, para que bendijera a los enfermos y a
los niños. Murió a los 85 años de edad. Su cuerpo
fue sepultado en la iglesia de Santa María de las Gracias, en la
capilla de San Bernardino. En 1810 sus reliquias fueron trasladadas a
la catedral de Vigevano. No es raro que del beato Cristóbal
Macassoli haya tomado Manzoni el nombre y la figura del Padre
Cristóbal de Pescarenico, en su novela “I Promessi sposi”. León
XIII aprobó su culto el 25 de julio de 1890.