BEATO CRISTÓBAL
BALES
4 de marzo
1590 d.C.
En Londres en Iglaterra, beatos
Cristóbal Bales, sacerdote, Alejandro Blake y Nicolás
Horner, mártires, que durante la persecución de la reina
Isabel I recibieron al mismo tiempo la corona de la gloria.
Cristóbal Bales o
Bayles (que también tomó el nombre de Evers) (1564-1590).
Nació en Coniscliff (Durham); y lo enviaron a estudiar a Francia
donde conoció el catolicismo. Quiso hacerse sacerdote y
estudió en Reims y Roma, pero la enfermedad de la tuberculosis
se le agravó con el clima romano y tuvo que regresar a Reims.
Terminados los estudios pidió dispensa de edad para ordenarse, y
obteniéndola fue ordenado sacerdote en Laón en 1587.
En el 1588,
pasó a Inglaterra y dos años después fue capturado
por el famoso Topcliffe. La miseria de su encierro agravó
más su debilidad corporal, pues estaba tuberculoso, pero nada
pudo superar su coraje y paciencia. Era atormentado cruelmente en la
cárcel para obligarlo a admitir que él había dicho
la misa y por quién había sido albergado; incluso en una
ocasión quedó colgado por las muñecas durante
veinticuatro horas.
Finalmente, fue
llevado a juicio y declarado culpable de traición a la patria,
por haber sido ordenado sacerdote más allá de los mares y
por venir a Inglaterra a ejercer su ministerio sacerdotal. Cuando el
juez le preguntó, según costumbre, si tenía algo
que alegar en su defensa, Bayles respondió que quería
hacer una pregunta: «¿Fue san Agustín [de
Canterbury], el monje enviado por el Papa de Roma para predicar la fe
católica en Inglaterra, culpable de traición en el
cumplimiento de esa comisión?» El tribunal
respondió en forma negativa. «¿Por qué,
entonces» -les preguntó al mártir-
«¿me acusan y condenan a mí como traidor por hacer
lo mismo que él hizo, y a quien nadie objeta, pero lo mismo
podría objetarse contra él?» Se le respondió
que la diferencia radicaba en el hecho de que dicha acción se
había convertido en tradición en el Derecho Inglés
actual. Antes de ser ejecutado en el patíbulo de Fleet Street en
Londres, habló a los presentes reconociendo que negaba la
supremacía de la corona y encomendándose a sus oraciones.
Fue ahorcado y descuartizado.