BEATA CRISTIANA
STOMMELN
6 de noviembre
1312 d.C.
Cristina de
Bruzo nació en Stommeln (Colonia) en el seno de una familia de
acomodados campesinos. Cuando tenía 5 años, Cristina tuvo
visiones de
Cristo niño con quien se desposó místicamente a
sus diez años. Cuando
cumplió los once aprendió a leer el Salterio,
pero no podía escribir. Cuando tenía doce años sus
padres quisieron
darla en matrimonio, pero ella se fue al convento de las Begüinas
en
Colonia, donde llevó una vida de severa penitencia, pasó
mucho tiempo
en oración, y en ocasiones caía en convulsiones.
A los quince años recibió los estigmas en sus
manos y pies y la
marca de la Corona de Espinas en su cabeza. Sufrió muchos
asaltos del
demonio, tuvo muchas pruebas a su fe y fue tentada al suicidio. Las
Begüinas la consideraron loca y la trataron con desprecio,
así que
regresó a casa. En 1267 el cura parroquial, Johannes,
recibió a
Cristina en su casa, donde conoció a Pedro de Gotland, un
dominico de
Gotland quien estuvo en Colonia como alumno de san Alberto Magno. Un
lazo místico de devoción, cuyo objeto era Dios, se
formó entre los dos.
Pedro visitó a Cristina en 1270 en su camino de Paris a Gotland,
y
nuevamente en 1279; en su relato menciona hasta quince visitas.
El hermano de Cristina siguió a Pedro a Gotland y
entró a la Orden
Dominica. Pedro llegó a ser lector y en 1283 fue prior en
Gotland,
donde murió en 1288. Ese mismo año los tormentos que
Cristina sufría
por el demonio cesaron, y vivió una vida pacífica, usando
siempre la
vestimenta de las Begüinas, hasta su muerte. Su cuerpo fue
enterrado
primero en el patio de la iglesia en Stommeln y luego en la iglesia
misma; en 1342 sus restos fueron llevados a Niedeggen en Eifel; dos
siglos más tarde, en 1569, fueron trasladados a Jülich,
donde un
monumento a ella aún existe. Es difícil decidir cuanta
verdad literal
existe en las visiones y apariciones, de Cristina, del
Purgatorio. Su
culto fue aprobado en 1908 por san Pío X.