BEATA CRISTINA DE
SANTA CRUZ MENABUOI
4 de enero
1310 d.C.
Oringa
Menabuoi nació en Santa Croce sull'Arno (Pistoya, Italia).
Amante de la pureza ya desde la infancia, trató de conservar
mente y corazón siempre limpios, y darse a la práctica de
pequeñas obras de misericordia. La oración
mantenía a la pastorcita distante del mundo, sobre todo cuando
sola en el campo, mientras cuidaba el ganado, sentía en torno a
sí "el hálito de Dios". Huérfana de madre
aún niña, fue incomprendida y maltratada por sus
hermanos, quienes, llegada la edad del matrimonio, querían
obligarla a casarse. Para terminar con esta situación no vio
otro remedio que el de abandonar la casa paterna y trasladarse a la
vecina ciudad de Lucca, donde durante siete años se
procuró lo necesario para vivir trabajando como empleada
doméstica. Allí, recogida frecuentemente en
oración en la oscura soledad del desván en que habitaba,
cada día más enamorada de Cristo, transcurrieron los
mejores momentos de su juventud.
En torno a 1265, de
regreso de una peregrinación al santuario de San Miguel
Arcángel en el monte Gargano, se quedó en Roma al
servicio de una noble y piadosa viuda de nombre Margarita, quien muy
pronto quedó prendada de sus virtudes y valía espiritual.
Fue precisamente en este período cuando, por los ejemplos de
caridad dados en todo momento, comenzó a ser conocida con el
sobrenombre de "Cristiana".
Encontrándose
en Asís, adonde había llegado con Margarita para venerar
la tumba de San Francisco, "el Señor le mostró en
visión una casa edificada en un lugar y una determinada forma
que después ella eligió para construir el monasterio de
Santa Croce". Vuelta a su tierra de origen, dispuesta a poner en
práctica el ideal de vida religiosa que había madurado en
su corazón, superando obstáculos de todo tipo, en 1279
obtuvo del ayuntamiento una casa "que se le concedía para que
viviera ella y quienes se le añadiesen para el servicio del
Señor". Dio así inicio al monasterio de Santa
María y de San Miguel Arcángel, primero como reclusorio
de tipo franciscano, y en un segundo momento bajo la regla de san
Agustín, y en 1296 obtuvo el definitivo reconocimiento
canónico. El año precedente el Capítulo general
agustiniano celebrado en Siena ya le había hecho
partícipe de todos los bienes espirituales de la Orden "en
consideración al afecto que las religiosas mostraban hacia ella".
Favorecida con dones extraordinarios y carismas, como el discernimiento
de espíritus, e insigne por su humildad, pureza de vida y
caridad con todos, devota de la Inmaculada Concepción de
María, después de tres años de indecibles
sufrimientos, Cristiana se durmió sonriente en brazos del
Señor. Fue sepultada en la pequeña iglesia del monasterio
que ella consiguió convertir en prestigioso centro de
espiritualidad. El Papa Pío VI confirmó su culto el
15 de junio de 1776.