No es cierto que Jesús condene todas las tradiciones o costumbres de los hombres. Condena solamente las que están en contra de la Palabra de Dios.
Por
eso, los fariseos y los maestros de la Ley le preguntaron: ¿Por
qué tus discípulos no respetan la Tradición de los
ancianos, sino que comen con las manos impuras?
Jesús les contestó: ¡Qué bien salvan
las apariencias! Con justa razón hablaba de ustedes el profeta
Isaías cuando escribía: Este pueblo me honra con sus
labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto
que me rinden de nada sirve; sus enseñanzas no son más
que mandatos de hombres.
Ustedes incluso dispensan del Mandamiento de Dios para mantener
la tradición de los hombres (Mc 7,5-8).
Por lo tanto, las procesiones, los rezos, el uso de las velas, veladoras, flores... no están prohibidos por la Biblia, puesto que no están en contra de la Palabra de Dios, sino que son un medio para expresar la fe.