BEATO CESAR GONZALO ZURRO FANJUL
7 de octubre
1934 d.C.
Nacido en Avilés en
1912. Su padre era natural de Valladolid, su madre de Avilés. Tuvieron
otra hija, y pronto fueron a vivir a Figaredo. Tenía otra hermana,
llamada Cecilia. Ella recordaba que “era un niño muy bueno. Siempre
fue muy dócil. Un poco rubio, con los ojos azules y blanco, bastante
alto”. A los 11 años ingresó en el Seminario de Valdediós.
Doña Guadalupe de Figaredo, de familia de empresarios de la mina,
le pagaba los estudios. Mostraba especial devoción a la Virgen Milagrosa
y según sus compañeros era “ un alma de temple apostólico,
siendo entusiasta de las Obras Misionales”. Sus compañeros aportaron
muchos datos sobre él: “joven de brillante porvenir por sus excelentes
dotes intelectuales. De vocación sacerdotal decidida, no aspiraba
sino a prepararse en ciencia y virtud para tan sublime dignidad. Su talento
y dotes lo inclinaban también a especializarse en estudios sociales
para poder ser útil a los obreros y mineros el día de mañana,
sin dejar por eso de trabajar durante las vacaciones en propagandas sociales
y misionales. Era un joven de la Acción Católica, todo un carácter,
un seminarista de cuerpo entero. Amante de los estudios históricos
y literarios, se iba revelando como un literato, poeta y dramaturgo destacado,
como lo demostró con el drama original suyo titulado “El traidor Dolfus”,
que se representó, con general aplauso, en la velada de Santo Tomás,
patrón del Seminario, en el paso marzo de ese mismo año 1934”.
Su hermana Cecilia recordaba que, cerca de la fecha de la revolución,
“un año iba a venir Gil Robles a un chalet, a comer, y los mineros
no trabajaron aquel día, y siempre me acuerdo. Ese día hubo
un funeral en Figaredo, y yo, que estaba a la ventana, veo a Gonzalo con
el sacerdote pasar. Yo le dije “no lo acompañes, Gonzalo, que está
la gente muy excitada y te van a zurrar”. Dicho y hecho. A los dos minutos
ya veo a la gente correr por ahí abajo. Yo tiré por el camino
de arriba y mi madre por la carretera. Y junto al lavadero, en la carretera
ya le estaban pegando a mi hermano. Después vino para casa y se arregló
y se puso otra ropa. Aquel día llevó un gran palizón.
Al sacerdote lo dejaron, no le pegaron, Le quitaron el bonete y las cosas
que traía, una insignia, pero nada más. Gonzalo no tuvo nada
más que ese accidente, porque él aquí tenía muy
buenas amistades con los chicos y todos. Incluso con unos que eran socialistas
aquí cerca y Gonzalo decía que eran muy buenos chicos y se
llevaba muy bien con ellos y hablaban mucho”. Él sabía que
la revolución se acercaba, porque se lo había manifestado en
diferentes ocasiones a su padre. “Conocía el sentir de los mineros”,
y llegó a dar a conocer cuál sería su comportamiento,
si llegara el caso de ser una víctima.” Murió con 21 años,
el 7 de octubre de 1934, gritando “Viva Cristo Rey”.