BEATA CATALINA JARRIGE
4 de julio
1836 d.C.



   Nació en Doumis, Francia. Era la menor de siete hermanos. Después de una juventud dedicada a la artesanía de encajes en casa, sin saber hablar más que en “patois”, durante 60 años vivió en Mauriac, dedicada a ayudar a los pobres, enfermos, huérfanos, presos y a enseñar el catecismo a los niños. Fue una mujer con una intensa vida de oración, siempre volcada hacia el apostolado y la caridad hacia los demás. Fue admitida en la Orden Tercera dominicana, imitó a santa Catalina de Siena, especialmente en el intenso amor a la Eucaristía y en la defensa de sus ministros perseguidos, intrépida en confesar la fe y en el amor a la Iglesia.

   Durante la revolución francesa, ayudó a muchos sacerdotes perseguidos, dándoles refugio en su casa y en otros lugares y procurándoles lo necesario para su sustento. En 1793 el padre Francisco Filiol fue detenido y condenado a muerte y ella le acompañó hasta el cadalso dándole ánimos. En 1794 fue procesada y conducida a la cárcel, de donde la liberaron más tarde: pero Catalina no temía a la muerte y decía que bajo la guillotina habría bailado la “carmagnole”. Fue detenida dos veces y las dos veces fue liberada por falta de pruebas. Pasada la revolución, colaboró en todo lo que pudo en la restauración de la Iglesia, cuidando especialmente a los sacerdotes. Consagrada al Señor por voto privado de castidad, vivió su consagración con extraordinario entusiasmo espiritual hasta su muerte a los 82 años. Fue sepultada en la iglesia mayor de Mauriac. Fue beatificada por San Juan Pablo II el 24 de noviembre de 1996.

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(Parroquia San Martín de Porres)