BEATO CARLOS LIVIERO
7 de julio
1932 d.C.
Nació en Vicenza (Italia). Tras estudiar en el seminario de
Padua. Fue ordenado sacerdote en 1888. Desde 1889
desempeñó su ministerio en Gallio, provincia de Vicenza y
diócesis de Padua. Allí manifestó desde el inicio
el celo pastoral que lo caracterizaría durante toda su vida.
Veía las necesidades espirituales y materiales de sus fieles y
se dedicó sin descanso a la evangelización y a la
promoción humana. Se entregó con pasión a la
predicación, a la catequesis y a la administración de los
sacramentos.
En Gallio (Vicenza),
donde no existían asociaciones católicas, don Carlos
trabajó por mejorar las condiciones de vida de la
población mediante diversas instituciones: establecimientos para
niños pobres, asilos de ancianos, cajas rurales, almacenes de
cooperativas, obras parroquiales, sociedades católicas obreras y
agrícolas... Formó un grupo de muchachas para animar las
diversas obras, alimentando el proyecto de iniciar con ellas una nueva
congregación religiosa, pero no consiguió la
aprobación del obispo de la diócesis.
En 1899 fue nombrado
arcipreste de Agna, una zona de Padua en la que vivía gente muy
pobre y explotada por latifundistas sin escrúpulos. Allí
puso a disposición de los pobres todo lo que tenía.
Promovió también las numerosas obras que había
puesto en marcha en Gallio, así como otras obras de
carácter formativo: círculo de jóvenes,
asociación de madres cristianas, Tercera Orden de San Francisco,
Pía sociedad de San José, Congregación del
Santísimo Sacramento, Hijas de María... Así, en
diez años de trabajo en Agna, obtuvo excelentes resultados en la
renovación de la vida cristiana de la población.
En 1910 fue nombrado
obispo de Città di Castello. Prestó atención al
clero; convocó inmediatamente dos tandas de ejercicios
espirituales. Contaba mucho con la colaboración de sus
sacerdotes. Los impulsaba continuamente a ser hombres de oración
y celosos en el anuncio del Evangelio. Prestó
atención especial a la juventud, en la que veía la
esperanza de una renovación de la vida cristiana. Entre los
jóvenes que siguió personalmente surgieron numerosas
vocaciones al sacerdocio. Sostuvo y promovió la Acción
católica. Realizó cinco visitas pastorales, recorriendo
incluso las parroquias más lejanas, situadas en colinas o en los
montes Apeninos. Se preocupaba mucho de que se promoviera la
participación en los sacramentos, en el catecismo y en las
asociaciones católicas. También cuidaba las condiciones
de los templos y la dignidad del culto. Su contacto continuo con el
pueblo le permitía conocer bien los peligros para la fe y las
costumbres, especialmente de la juventud.
Se opuso con dignidad
a los ataques anticlericales y realizó una intensa labor social.
Puso en marcha; un boletín interdiocesano, una librería
católica, la Escuela tipográfica del Sagrado
Corazón, una escuela primaria masculina, una pensión para
estudiantes, una sala de cine, el hospicio del Sagrado Corazón,
y la fundación la Congregación de la Pequeñas
Esclavas del Sagrado Corazón (1917).
Dos momentos
destacados de su episcopado fueron: el congreso eucarístico
diocesano de 1927, con ocasión del II centenario de la muerte de
santa Verónica Giuliani; y el Sínodo diocesano de 1928,
celebrado para renovar la legislación diocesana dándole
un sentido más pastoral. Murió en el hospital de Fano, a
consecuencia de un accidente de carretera.
Fue beatificado por SS Benedicto XVI el 27 de mayo de 2007. Su Memoria
Litúrgica se celebra el 30 de mayo (día de su bautismo en
1866), como dispuso el papa Benedicto XVI en el decreto de
beatificación. La liturgia tiene el grado de Memoria Facultativa
en la diócesis de Città di Castello y el grado de Fiesta
en las casas casa de la Congregación de las Pequeñas
Esclavas del Sagrado Corazón.