CANON, ESCRITOS CANÓNICOS
Vocabulario bíblico
Atendiendo a si significado
etimológico original la palabra canon designa la caña o vara
de medir. De ahí pasó a significar norma de conducta y también
la lista de esas normas o de los documentos que contienen dichas normas.
En este último sentido, sobre todo, se utiliza la palabra "canon"
en la terminología eclesial. El canon bíblico es, pues, la
lista de libros sagrados que componen la Biblia. Según leemos en el
Catecismo de la Iglesia Católica "la Tradición apostólica
hizo discernir a la Iglesia qué escritos constituyen la lista de los
Libros Santos" (CIC, 120): setenta y cuatro libros (cuarenta y siete para
el Antiguo Testamento y veintisiete para el Nuevo Testamento). Las comunidades
protestantes, siguiendo la tradición del judaísmo palestinense,
eliminaron siete libros de la lista/canon del AT (Bar, Tob, Jdt, Eclo, Sab,
1-2 Mac) considerándolos como "apócrifos". La Iglesia católica,
por su parte, los considera sagrados y los denomina "deuterocanónicos",
es decir, incorporados en un segundo momento, pero con la misma autoridad,
a la lista de libros sagrados.
La tradición judía formó su lista de libros
sagrados tomando como punto de referencia la autoridad de Moisés,
de los profetas y de otros insignes personajes de la historia de Israel.
La vinculación de una serie de libros con estos personajes, con las
más más antiguas y sagradas tradiciones de Israel, con el templo
y el culto, hizo que fueran considerados como inspirados por Dios y por tanto
sagrados. Pero es necesario señalar que existió una doble tradición
judía al respecto: la tradición del judaísmo palestinense,
seguida siglos más tarde por las comunidades protestantes, que sólo
consideró sagrados cuarenta libros (es el llamado "canon corto");
y la tradición del judaísmo alejandrino que admitió
también como sagrados los siete libros denominados posteriormente
deuterocanónicos (es el llamado "canon largo". Esta última
lista/canon fue la aceptada por las primeras comunidades cristianas y la
declarada como única válida por la Iglesia católica
en el Concilio de Trento.
En cuanto a la formación de la lista de los libros sagrados
del NT, no todos los escritos del cristianismo naciente fueron considerados
inspirados y normativos para la Iglesia, y por tanto incluidos en el canon
del NT. Algunos escritos, como la Didajé o la Carta de Celemente a
los corintios, compuestos en la última década del siglo I d.C.,
y de contenido netamente cristiano, no fueron, sin embrago, tenidos como
inspirados. Sólo 27 escritos pasaron a formar parte del canon/lista
de libros sagrados en un lento proceso de aceptación que duró
hasta bien entrado el siglo IV d.C. y en el que podemos distinguir varias
etapas. Durante el siglo I d.C. la tradición de Jesús y de
los apóstoles constituyó el "canon vivo". El evangelio de Jesucristo
era el criterio para distinguir entre la verdadera y la falsa fe. En el siglo
II d.C. se fueron formando colecciones de escritos a los que se confería
una cierta autoridad dentro de las iglesias. Pero fue en el siglo III d.C.
cuando se contempló el canon y se dio al conjunto de estos escritos
el nombre de Nuevo Testamento, reconociendo su carácter sagrado y
normativo para la vida de la Iglesia.
Los criterios utilizados para determinar el canon del NT fueron
tres. En primer lugar su apostolicidad, es decir, el origen apostólico
de un escrito, el cual se determinaba por el hecho de que hubiera sido compuesto
por un apóstol o por alguno de sus colaboradores. En segundo lugar,
la conformidad de los escritos con la tradición viva de la Iglesia,
es decir, su ortodoxia. Finalmente, un criterio de gran importancia fue la
utilización de los escritos en la lectura pública en un amplio
número de comunidades.