BEATO BERTRANDO DE
GRANDSELVE
11 de julio
1149 d.C.
Fue
durante 20 años, abad del monasterio de Grandselve (Gran Selva
en Tolosa, Francia). Uno de sus monjes testifica que “era un hombre de
incomparable simplicidad y pureza de corazón, amable con todos
por la dulzura y bondad, fuerte en la adversidad, grande en el amor”.
Se dedicó a la predicación y estuvo en Francia meridional
para combatir los errores de los albigenses, que lo persiguieron y le
obligaron a abandonar su abadía y vivir dos años en
Italia.
En 1145, con los monjes de la comunidad de Grandselve, fundada en 1117
y observantes de la regla de san Benito a la manera cisterciense,
fueron asociados formalmente a la Orden, especialmente por obra de san
Bernardo de Claraval, que tanto apreciaba el beato. Desde el inicio de
su vida monástica, meditó cada día el Evangelio y
procuró vivir un estado de gran pureza, tanto que nadie osaba
darle noticias extrañas a la vida religiosa. Sólo oir el
nombre de Jesús se le saltaban las lágrimas y durante la
Misa, como contó él mismo, tuvo apariciones celestes.
Murió en Grandselve.