BEATO BERNARDO LICHTENBERG
5 de noviembre
1943 d.C.



   Nació en Ohlau, en el seno de una familia cristiana. Estudió en Innsbruck y Breslau y fue ordenado sacerdote en 1899. Fue primero destinado a Neisse (Polonia), después a Berlín, donde fue vicepárroco hasta que en 1903 fue nombrado párroco de San Miguel. En el ambiente de Berlín, donde se miraba a los católicos, pocos en número, con desprecio, él fue un sostén de la fe y de la religiosidad de sus feligreses, defendiendo los derechos de la Iglesia. En 1913 fue nombrado párroco del Sagrado Corazón de Berlín-Charlottenburg, y aquí volvió a mostrarse buen pastor, atendiendo a las necesidades espirituales y materiales de los fieles y los pobres. Por este tiempo fue también capellán militar y presidente de la Asociación de la Cruz. Párroco de la catedral de Berlín en 1932, canónigo y juez prosinodal, cuando Berlín se constituyó en diócesis católica. En 1935 tuvo que sustituir al vicario capitular a causa de la enfermedad de aquel; en 1938 fue nombrado deán de la catedral y en 1939 protonotario apostólico.

   1938) que acabó con la devastación de tiendas, casas y sinagogas de los hebreos, Bernardo comenzó a rezar con los fieles, todas las tardes, en la catedral, por el pueblo hebreo y por todos los perseguidos del III Reich.

   Su púlpito, a un kilómetro de a Cancillería del Führer, resultaba incomodo al nazismo. Amigos y religiosos le advirtieron del peligro que corría. El siempre respondió: “Estoy dispuesto a ir a la cárcel pero si los sacerdotes no hablan, la gente no sabe qué pensar, con todas las mentiras que esparce la propaganda…”. Fue arrestado por la Gestado en 1941, denunciado por dos chicas que habían asistido a sus oraciones por los perseguidos, especialmente los judíos, además denunciaba la eugenesia y la eutanasia que se practicaba en el nazismo. Consciente de que todo escrito personal podría ser utilizado en su contra por los nazis, desde 1933 había dejado de escribir su diario personal. Le traicionaron las anotaciones que había escrito en los libros de ideología nazi. Fue condenado a dos años de cárcel.

   Una vez cumplió la pena, su obispo, al visitarle en la cárcel, le recomendó prudencia. Pero él que siempre se había opuesto a pronunciar el “Heil Hitler”, lo sustituía por el “Sea alabado Jesucristo”. A su obispo le dijo que lo mejor que le podía suceder era morir por la fe católica. Declarado “peligro público” por no querer aceptar el compromiso de guardar silencio, fue enviado al campo de Dachau. El viaje hacia el campo le dejó tan debilitado que murió en el camino, en Planegg. En su última carta desde la prisión de Tagel había escrito: “Todo quiero hacerlo por amor y, por amor, sufrir”. Fue proclamado beato por SS Juan Pablo II el 23 de junio de 1996 en Berlín, en su Alemania.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)