BENEDICTO XIII
1724-1730 d.C.


   Nació el dos de Febrero de 1649; murió el 23 de Febrero de 1730. Fue hijo de Fernando Orsini y de Giovanna Frangipani de Tolpha, y pertenecía a la familia del Archiduque Orsini-Gravina. Desde su temprana juventud demostró un decidido gusto por la orden de Santo Domingo, y a la edad de dieciséis años durante una visita a Venecia ingresó al noviciado de los Dominicos contra el deseo de sus padres, era el mayor de los hijos y heredero al título y propiedades del Duque de Bracciano quien era su tío y sin herederos. La apelación de la familia a Clemente IX no tuvo éxito; el Papa no solo aprobó los deseos del joven novicio, sino que redujo el noviciado a la mitad a fin de librarlo de las molestias causadas por sus familiares. Como estudiante y novicio el joven príncipe fue un modelo de humildad y devoción dedicado a adquirir conocimientos eclesiásticos. A la edad de veintiún años fue nombrado catedrático, el 22 de Febrero de 1672 fue nombrado Cardenal por su pariente Clemente X. Él protestó enérgicamente contra el honor concedido, pero fue obligado a aceptar debido al voto de obediencia por el General de los Dominicos, y ante la insistencia del Papa.. Como Cardenal se sujetó estrictamente a la observancia de la regla de su orden, y nunca dejo de usar el hábito.

   En 1675 teniendo que escoger entre el Arzobispado de Salerno y el de Manfredonía (Siponto) escogió esta última porque era la diócesis más pobre y requería enorme esfuerzo y dedicación pastoral. Su vida llena de virtudes no solo venció a la oposición hecha por sus familiares cuando se convirtió en monje, sino que ejerció uno saludable influencia con el tiempo en su madre, su hermana, y dos de sus sobrinas que abrasaron la vida religiosa en la Orden Tercera de Santo Domingo. Durante el Cónclave que siguió a la muerte de Clemente X (1676) él era uno de los Cardenales que pertenecían al grupo conocido como los Zelanti quienes se habían puesto de acuerdo en que ninguna consideración de prudencia mundana debía influir en ellos para la elección del nuevo Papa. En el gobierno de su diócesis el Cardenal Orsini fue incansable en su trabajo y dedicación. Visitó las más remotas aldeas y fue no menos cuidadoso en lo temporal que en lo espiritual. Se preocupó por las necesidades del pueblo, reparó iglesias y estableció un sínodo diocesano cuyos decretos fueron publicados. En 1680 cuando Inocente XI lo transfirió a Cesena dejó al pueblo de Siponto un memorial de sus actividades apostólicas, su devoción por los pobres y su constante predicación dieron como fruto reformas entre los clérigos y el pueblo. Habiéndose dado cuenta en sus frecuentes viajes las condiciones de las iglesias en las más pobres parroquias él no descuidó ninguna y promulgó reglas severas para abolir todos los abusos conocidos.

   En 1686 una seria enfermedad atribuida por sus médicos al clima, provocó su transferencia a Benevento, donde permaneció por treinta y ocho años, hasta que fue electo Papa. Durante este largo período muy raras veces dejo su diócesis. Cada año hizo la visita episcopal a todas las parroquias. Cuando fue necesario construyó o reparó iglesias. Construyó hospitales y se empeñó incesantemente por aliviar los sufrimientos de los pobres dos veces durante su episcopado (5 de Junio de 1688 y 14 de Marzo de 1702), Benevento sufrió terremotos y en esas ocasiones su valentía y sus actividades de caridad a favor de los sufridos pobladores, así como su energía en la reconstrucción de la ciudad le ganaron el título de "Segundo Fundador" de Benevento. Realizó dos sínodos provinciales el primero en 1693 al que asistieron dieciocho obispos, el segundo en 1698 con una asistencia de veinte, todos los acuerdos fueron aprobados por Roma. La única crítica hecha contra su administración es que por su sencillez y simplicidad fue objeto de abusos por parte de algunas personas sin escrúpulos que se aprovecharon de su confianza.

   El Cardenal Orsini ya había tomado parte en cuatro Cónclaves cuando Inocencio XIII murió en Marzo de 1724; y siempre había actuado en el espíritu de los Zelanti. El Cónclave en el que él sería elegido comenzó el 20 de Marzo; dos meses más tarde (25 de Mayo) aun no se había logrado elección. Este largo retraso afecto mucho el espíritu de Orsini, que comenzó una novena de oración a su santo patrono, San Felipe Neri, pidiendo que la elección del nuevo Papa no se retrasara más. Antes de terminar la novena se dio cuenta con terror de que él mismo sería elegido, y reacio a aceptar una posición que lo llenaba de miedo, buscó por todos los medios posibles de evitar su elección. A pesar de todas sus protestas fue electo el 29 de Mayo de 1724, y aun después de que se tomó la votación final rehuso aceptar, argumentando que por su edad, su debilidad física, su incapacidad, y una promesa que había hecho de nunca llegar a ser Papa, lo deberían de eximir de tan grandes responsabilidades. Acepto solamente cuando se dio cuenta los graves peligros que se avecinaban sí el Cónclave se tuviera que abrir de nuevo. Con lagrimas y obedeciendo el mandato del superior de su Orden, finalmente aceptó ser proclamado Papa. En honor de Benedicto XI quien fue miembro de la Orden Dominica, tomó el nombre de Benedicto XIV que luego cambió por el de Benedicto XIII ya que Pedro de Luna que anteriormente uso ese nombre (1394-1423) fue un cismático.

   Su primera preocupación como Papa fue reforzar con rigidez la disciplina eclesiástica. Publicó varios decretos acerca de la forma de vestir de los eclesiásticos y fue exigente en sus esfuerzos para abolir todo lujo y pompa mundana entre los Cardenales. Durante el jubileo de 1725 cumplió personalmente con las obligaciones de Gran Penitenciario, y se cuenta que consideró muy en serio volver a establecer las penitencias públicas para ciertas ofensas graves. A fin de apoyar la fundación de seminarios diocesanos organizó una comisión especial (Congregatio Seminariorum). En el sínodo provincial de Letran en Roma efectuado en 1725 exigió la completa aceptación de la Bula Unigenitus y por sus esfuerzos el Cardenal de Noailles, Arzobispo de París fue convencido de aceptarla en 1728. Durante su pontificado retuvo para sí el Arzobispado de Benevento que administró por medio de un vicario general y que visitó en dos ocasiones (1727-1729).

   En las cuestiones diplomáticas y las relacionadas con las potencias extranjeras Benedicto no exhibió el vigor y conservadurismo que marcó su administración en los asuntos religiosos; su amor por la paz lo llevó a tratar de liquidar la disputa con relación a los privilegios eclesiásticos de los reyes de Nápoles (Monarchia Sicula), por medio de una revocación de la constitución de Clemente XI (1715) y concediendo al rey de Nápoles (y Sicilia) y a sus sucesores el derecho a nombrar jueces espirituales para asuntos eclesiásticos, reservando, sin embargo, los casos más importantes a la Santa Sede. La discusión con Víctor Amadeo de Savoya fue resuelta dándole al rey el derecho de patronato sobre las iglesias y monasterios en sus dominios sin concederle ningún reclamo en los impuestos de las vacantes beneficiarias. Con relación a Juan V rey de Portugal el Papa demostró extraordinaria firmeza al rechazar un reclamo basado en los privilegios que tenían otras cortes para proponer candidatos al Cardenalato. Esto fue como consecuencia de las protestas hechas por los Cardenales en contra de la elección de Vicente Biechi nuncio en Lisboa. En represalia Juan llamó a todos los portugueses residentes en Roma, prohibió todas las comunicaciones con la Curia romana e intento evitar el envío de la limosna común de Portugal para Roma; también interfirió en la aplicación de dispensas para impedimentos matrimoniales. En muchas cortes de Europa se consideró como grave ofensa la extensión (1728) a la iglesia universal del oficio de Gregorio VII conteniendo la notificación de excomunión y deposición de Enrique IV, lo que a los galicanos y protestantes les pareció ofensivo.

   Con toda justicia, hay que reconocer en Benedicto que llevó una vida llena de virtudes y de paternal cariño por los intereses de la religión, su pontificado perdió mucho brillo a causa de su equivocada confianza en el Cardenal Nicolás Coscia quien había sido su coadjutor en Benevento. El Papa desconocía el enriquecimiento y venalidad de su favorito cuya codicia dañó mucho al prestigio de la Santa Sede, y contra quien una protesta popular tuvo lugar a la muerte del Papa, resultando en diez años de prisión para el indigno Cardenal. Los escritos teológicos de Benedicto fueron publicados en tres volúmenes (Ravenna 1728).

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)