BEATA BÁRBARA
JEONG SUN-MAE
3 de julio
1801 d.C.
Nació en Yeoju, en la provincia de Gyeonggi, actual Corea del
Sur. Aprendió el catecismo en el año 1795, a
través de su hermano el beato Bernabé Jeong Gwang-su y de
su cuñada la beata Lucía Yun Un-hye. Vivió con
gran celo su nueva fe y decidió permanecer célibe, para
dedicarse totalmente a Dios. Para no despertar sospechas, decía
a la gente: «Estuve casada con el señor Heo, pero ahora
soy viuda».
Años después, Bárbara se
trasladó a Seúl: ayudó a su cuñada y a su
hermano a difundir libros y objetos religiosos entre los creyentes y
formó parte de la comunidad de vírgenes presidida por la
beata Ágata Yun Jeom-hye.
Su casa fue usada como iglesia. En el año 1800
recibió el bautismo de manos del primer sacerdote misionero en
Corea, de origen chino, padre Santiago Zhou Wen-mo: desde entonces, su
fervor aumentó aún mucho más.
Arrestada durante la persecución Shinyu de 1801,
demostró un gran coraje en afrontar los interrogatorios y las
torturas. No reveló los nombres de los otros creyentes, pero
profesó abiertamente su fe: «No puedo renunciar a mi
religión aunque debiese morir». A aquel punto, el jefe de
los oficiales de policía ordenó intensificar los castigos
hacia ella, pero sin resultado.
Bárbara fue condenada a muerte con otros
cristianos. Antes de escuchar la condena, declaró: «Ser
castigada en el cuartel general de la policía y ser interrogada
intensamente en el Ministerio de Justicia es muy doloroso. No puedo
cambiar de idea, porque amo muchísimo la religión
católica».
El juez ordenó que la sentencia fuese ejecutada en
su pueblo natal, para poner a los habitantes de Yeoju en contra la
religión católica. De este modo, fue decapitada el 3 o el
4 de julio de 1801. Tenía 24 años. Fue beatificada por el
Papa Francisco en su visita a Seúl el 16 de agosto de 2014.