BEATA ASCENSIÓN
DEL CORAZÓN DE JESÚS NICOL GOÑI
24 de febrero
1940 d.C.
Florentina nació en Tafalla, Navarra, su padre tenía una
alpargatería y era carlista. Su madre murió cuando era
muy niña y su padre se casó de nuevo para dar una madre a
sus hijas y su nueva esposa, también viuda, realmente lo fue. En
1883, fue internada en el colegio de dominicas de Santa Rosa de Huesca,
para que completara su formación intelectual y moral donde
estuvo dos años. Regresó a su casa, pero en 1885
ingresó en las dominicas de Santa Rosa y tomó el nombre
de Ascensión del Sagrado Corazón.
Encontró
ciertas dificultades cuando, en 1907, fue nombrada directora del
Externado, pues su carácter jovial y alegre le atraía las
muestras de afecto de las niñas; las superioras consideraron
desmedida la familiaridad amistosa hacia la joven religiosa directora.
Para corregirla, la trasladaron a otros trabajos comunitarios, donde no
tenía necesidad de tratar a las pequeñas. Pasada esta
prueba, regresó a la enseñanza, fortalecida por la
práctica de la virtud de la obediencia. Fue siempre una mujer
alegre, obediente y profundamente orante, y solicitó ingresar en
la austera Segunda Orden Dominicana, pero sus superioras no lo
aceptaron.
En 1912 el Gobierno
clausuró la Escuela normal de Santa Rosa de Huesca. Las
religiosas se hallaron de pronto sin su trabajo apostólico de
preparación de docentes y sin su fuente de recursos
económicos. Aquí se sitúa el primer encuentro de
la madre Ascensión con el padre dominico fray Ramón
Zubieta, que llegó hasta Huesca a buscar religiosas que
quisieran integrarse en el trabajo de la misión de Urubamba y
Madre de Dios en Perú. Como la orden ya tenía
intención de enviar a América, en particular a
Perú, a las religiosas a las que el Gobierno había
privado de su Escuela normal, el proyecto pasó al Consejo de la
Casa, mientras el padre Zubieta recibía en Roma la
ordenación como obispo de Aráa (15 de agosto de 1913). Se
formalizó el proyecto misionero y cinco hermanas del Beaterio de
Santa María Magdalena y Santa Rosa de las Religiosas Dominicas
de la Tercera Orden partieron el 17 de noviembre de 1913 y ese mismo
año llegaron a Lima, donde después de un año y
medio de espera, consiguieron marchar de misioneras a la selva peruana.
El Beaterio de Nuestra
Señora del Patrocinio de Lima fue escogido para recibir a las
madres de Santa Rosa de Huesca, a las misioneras que se iban a dedicar
al apostolado en su prefectura apostólica de Santo Domingo del
Urubamba y Madre de Dios en Perú. El Beaterio sufría
entonces de relajación y falta de vida regular. El obispo
dispuso que todas se sometieran a las reglas y constituciones de las
madres de Huesca y, el 2 de febrero, nombró a la madre
Ascensión superiora responsable; pero la reacción de las
hermanas peruanas fue muy enérgica y se procedió a
organizar la elección: el 1 de abril fue elegida para el cargo
de priora por la comunidad del Patrocinio por una mayoría de
votos muy grande.
El espinoso proceso de
integración de las dos comunidades de Lima reclamó la
presencia de la madre Ascensión en el Beaterio del Patrocinio,
donde había sido elegida priora. Las adversidades la condujeron
a un desprendimiento mayor y a buscar sólo en Dios su consuelo,
aun en medio de soledades y aridez espiritual. A finales de abril de
1918, pasó por Lima el padre Theissling, maestro de la Orden de
Predicadores, en visita canónica; aprobó la obra y les
encomendó la fundación de acuerdo al nuevo Derecho
canónico de 1917, pues ya tenían diez religiosas
españolas y veinte peruanas, y contaban ya con cuatro casas.
El padre Osende, o.p.,
trabajó en las Constituciones y aceleró el proceso
jurídico. Así nació la Congregación de las
«Misioneras Dominicas del Santísimo Rosario» con el
lema: “Evangelizar a los pobres en aquellas situaciones misioneras
donde la Iglesia nos necesite”. . El 27 de septiembre fueron aprobadas
las primeras Constituciones. Y el 5 de octubre se erigió en Lima
la congregación; la madre Ascensión fue nombrada
superiora general. Se decidió que el noviciado se hiciera en
Pamplona (España). Con ocasión de la visita ad limina de
mons. Zubieta al Papa Benedicto XV, la madre Ascensión y la
madre Visitación pudieron también tener la entrevista con
el Papa, y le trataron un número importante de problemas que
sólo podían ser resueltos por la Santa Sede. El 25 de
marzo de ese mismo año la Congregación fue agregada a la
Orden de Predicadores.
La desmedida actividad
y la falta de descanso habían agotado a monseñor Zubieta;
su salud cedió y finalmente, el 19 de noviembre de 1921,
murió santamente. La madre Ascensión siempre se
negó a que la llamaran fundadora. Para ella el fundador era
mons. Zubieta, pero, al morir éste, recayó sobre ella
toda la responsabilidad de la naciente fundación, así
como la interpretación del carisma de la Congregación, a
la vez misionero y educativo.
Habían pasado
los seis años reglamentarios desde la fundación de la
Congregación y la celebración del primer consejo general;
se convocó el primer capítulo general, donde la madre
Ascensión fue elegida priora general. La Congregación fue
tomando forma de institución internacional y se abrieron nuevas
casas en el Perú, China...
El 6 de enero de 1940 se le declaró la enfermedad que la
llevaría a la muerte. Murió con fama de santidad el 24 de
febrero en la ciudad de Pamplona. Fue beatificada el 14 de mayo de 2005
por Benedicto XVI.