APARICIÓN DE
SAN RAFAEL A SANTA FRANCISCA DE LAS CINCO LLAGAS
Santa Francisca de las cinco llagas, célebre estigmatizada de
Nápoles, canonizada por Pío IX en 1867, tenía al
arcángel Rafael como su mejor amigo. Él la consolaba en
sus penas y la cuidaba en sus enfermedades. Un día, su director
Francisco Javier Bianchi, beatificado por Leon XIII, estaba con ella y
sintió un olor de paraíso. Pidió a la santa una
explicación y ella le dijo: “No se maraville usted, porque
aquí en medio de nosotros está el arcángel San
Rafael”.
.
En 1786, la misma santa estaba muy enferma y era incapaz
del menor movimiento. Don Juan Pessiri quiso ayudarla y le llevó
una taza de chocolate que él colocó en la mesita de
noche, diciéndole que se la tomara, mientras él iba a
realizar algunos trabajos de su ministerio sacerdotal. La pobre enferma
no sabía cómo obedecer, porque no podía moverse; y
pidió ayuda a su gran protector san Rafael. Al instante, una
mano invisible le presentó la taza y, después de tomar el
chocolate, la recogió y la dejó en su lugar. María
Francisca, consolada y agradecida, le dio las gracias a Dios y a su
celestial arcángel.
En otra oportunidad, se le presentó el
arcángel san Rafael como un joven vestido de blanco y de una
extraordinaria belleza. El arcángel le dijo: “Yo soy san Rafael.
El Altísimo me ha enviado a curarte la llaga de tu costado, que
está a punto de gangrenarse. Renueva tu fe en Dios y Él
te bendecirá”. Al día siguiente, la llaga del costado
estaba sana. El amable arcángel hizo de enfermero y le ayudaba
cortándole el pan y, diciéndole con una amable sonrisa
que ella no podía servirse sola. Ella disfrutó de una
gran familiaridad con el arcángel, que era su especial protector
y guardián.