BEATO ANTONIO SOLÀ GARRIGA
1936 d.C.
28 de julio
Nació en Bilbao, en
aquél entonces diócesis de Vitoria, el 20 de febrero de 1898.Ingreso
en el Noviciado Menor de Bujedo en julio de 1913.Hizo la primera profesión
el 9 de febrero de 1915 en Bujedo. Emitió la profesión perpetua
el 25 do julio de 1923 en Madrid.
Comenzó su apostolado en el Colegio Nuestra Señora
de las Maravillas de Cuatro Caminos (Madrid), donde demostró sus buenas
cualidades como educador. Allí fue testigo de la quema del colegio
por los revolucionarios, e] 11 de Mayoo de 1931. Fue destinado entonces a
Santona, y luego a Santander. Fue a Lembecq-Iez-Hal para hacer el segundo
Noviciado, y al regreso fue enviado a la Escuela de Chamberi. En 1933 fue
nombrado Subdirector del Noviciado Menor, y en 1934 asumió el cargo
de Director. En este puesto le sorprendió la persecución religiosa.
El día 28 de julio de 1936 por la mañana, un
nutrido grupo de milicianos -se habla cerca de 300- se presentó en
Griñón; seguramente algunos provenían de Toledo, donde
el Alcázar seguía dando pruebas de su valor y entereza. Sobre
70 vehículos hay carteles con la siguiente leyenda "Los sin Dios",
firmados por las siglas de la CNT, FAI y UGT. Nada más llegar los milicianos
se dirigen a la alcaldía y preguntan al alcalde dónde se hallan
los "frailes". Cuando éste les contesta que la mayoría se ha
marchado a Madrid, a punto estuvieron de matarle.
Efectivamente, cuando el 27 de julio el Comité revolucionario
mando desalojar la Casa de Griñón el Hno. Orencio Luis se negó
a abandonar a sus Novicios Menores. Así lo hizo constar en el Ayuntamiento,
y le permitieron que se quedara con otro profesor hasta que el Gobierno enviara
a los nuevos maestros. 59 hermanos partieron hacia la capital, convencidos
de que iban a ser asesinados. Sin embargo, no fue así: sufrieron largos
meses de prisión, pero no la martirio. Por en contra, quienes permanecieron
en el noviciado, pensando en su posible salvación, van a ser salvajemente
asesinados.
Han quedado en el colegio tres profesores, los hermanos Orencio
Luis, Aquilino Javier y Mariano Pablo. A su cuidado están 87 alumnos
y siete hermanos ancianos o enfermos.
El asalto al colegio y el martirio
Estaban terminando de comer cuando allí se hallaban,
cuando oyeron fuertes golpes en la puerta. Los milicianos entraron como tromba
incontenible. El hermano Orencio Luis fue obligado a enseñarles todas
las dependencias de la casa por si había armas... Entre tanto, los
niños habían salido. Unos de los milicianos quiere obligar al
hermano Aquilino Javier a destruir un crucifijo; ante su negativa, él
mismo lo descuelga y arroja con furia al suelo, donde lo rompe a culatazos.
La turba iba apoderándose de todo lo que pudiera tener algún
valor. En la Iglesia, su afán iconoclasta les lleva a la destrucción
del Vía Crucis, las estatuas de los altares y las pilas de agua bendita.
José Gorostazu, que prestaba servicios en el fregadero, fue el primero
en morir al afearles su conducta. Eso bastó para que, cayendo sobre
él con patadas y culatazos, le dispararan y dejaran agonizante en el
atrio de la capilla, sin que la víctima cesara de gritar ¡Viva
Cristo Rey!
Los milicianos dudaban del carácter religioso de los
hermanos al verlos en traje civil y decirles los chicos que eran sus maestros,
sin más especificaciones. Algunos de entre ellos volvieron al pueblo
para cerciorarse; los otros obligaron al hermano Arturo Gregorio, cocinero
de la casa, a servirles una suculenta comida. Cuando se convencieron de su
condición religiosa, les cachearon. Él botín fueron crucifijos,
escapularios y medallas... Luego, brazos en alto, les condujeron a la puerta
de la capilla. --Volveos, que vais a morir, les dijeron --Nosotros no morimos
de espaldas, sino de frente, "Viva Cristo Rey" La descarga de los fusiles
se cobró la vida de ocho hermanos. Los dos restantes, por consejo
del superior, se habían refugiado para cuidar de los niños.
El hermano Arturo fue degollado en las duchas y posteriormente apuñalado.
"Algunos días más tarde -dijo un novicio menor- vimos todavía
rastros de sangre y trocitos de carne en el salón de duchas". Por su
parte, el hermano Orencio Luis en medio de la confusión logro bajar
al sótano tratando de encontrar un modo de volver con sus Novicios
Menores, a los que habían aislado los milicianos. Al sentir venir a
los milicianos salió de su escondite y les dijo: "Me buscáis
para matarme; aquí me tenéis; tirad". Allí mismo le acribillaron
a tiros. Moría junto a la caldera de la calefacción. Tenía
38 años
¡Ya sois libres!
Con sus fusiles aún humeantes, algunos de los milicianos
entraron en el patio y comentaron, con infame regodeo, a los novicios: "¡Ya
sois libres; hemos despachado a los que os tiranizaban!" Otros dijeron: "Nada
adelantamos con matar a los frailes si dejamos la semilla", en clara alusión
a su deseo de acabar con la vida de los muchachos. Pero no prevaleció
su intento. Los milicianos, al ver que no quedaban más curas ni frailes
que matar, se fueron unos hacia Cubas, los otros hacia Fuenlabrada. Entre
tanto, los novicios sólo deseaban dar sepultura a los hermanos. El
testimonio de uno de ellos es elocuente: "Cuando llegamos al patio del escolasticado,
el cuadro que ante nuestra vista se presentaba no podía ser más
horroroso. Estaban derribados por el suelo nuestros hermanos, martirizados
de la manera más cruel. Unos con los brazos en cruz, echando sangre
por el costado y con la sonrisa en los labios; otros con la mandíbula
arrancada del resto de la cara; éstos mirando al cielo, aquellos con
la faz pegada al suelo". La sepultura tardó dos días en llegar,
pues el alcalde y los milicianos impidieron a los novicios enterrar a los
mártires porque "podrían causaros demasiada impresión´.
En Fuenlabrada, un miliciano que había participado en
el asesinato se jactaba diciendo: Hemos matado a los frailes de Griñón,
pero han sido más valientes que jabatos, pues les mandamos dar un viva
a Rusia y nos han contestado: "¡Viva Cristo Rey! Eso sólo bastaba
para que los hubiésemos matado". S.S. Benedicto XVI firmó el
19 de diciembre de 2011 el decreto con el cual se reconoce el martirio de
los Siervos de Dios que integran este grupo.