BEATO ANTONIO MARTINEZ LOPEZ
1936 d.C.
29 de septiembre
Recibió las aguas bautismales
a los dos días de nacer en la Iglesia Parroquial de san Pedro de su
ciudad natal. De su padre, profesor de Instituto, aprendió el amor
a la cultura que siempre lo distinguió. Al concluir sus estudios en
el Seminario de Almería, fue ordenado presbítero en la capilla
del Palacio Episcopal el veintiocho de marzo de 1914.
Comenzó su ministerio en Gérgal, como Coadjutor
encargado por la enfermedad del Párroco. En noviembre de 1914 regresó
a Almería, compaginando la coadjutoría del Sagrario con su
labor docente en el Seminario. En febrero de 1917 fue nombrado Cura Regente
de santa María de Lucainena de las Torres. Tres años después,
en febrero de 1920, fue nombrado Cura Ecónomo de Garrucha y, a los
tres meses, de Gádor. Sin menoscabar su oficio pastoral, en octubre
de 1922 se licenció en Teología por el Seminario de Granada.
Finalmente, el uno de mayo de 1928 tomó posesión de la Parroquia
de Nuestra Señora de la Anunciación de Serón.
Una antigua feligresa, doña Juana Sola, refería:
« Tengo el recuerdo de un sacerdote querido por el pueblo, con fama
de inteligente y de preocuparse mucho por todo lo referente a su ministerio
y como profesor muy cumplidor, paciente, alegre, nos hacía las clases
muy amenas. Sacrificado por los suyos, pues tenía a su cargo tres
hermanas y algún tiempo un sobrino. »
Al estallar la Persecución Religiosa, antes que nada,
puso a salvo el Santísimo Sacramento. Expulsado de su casa, los milicianos
le impidieron retornar a Almería y quedó arrestado en una pensión
de Tíjola junto a sus padres y hermanas. El veintiocho de septiembre
de 1936 lo llevaron a Serón. Un testigo ocular recuerda que: «
Lo llevaban tres o cuatro milicianos paseándolo por las calles con
un mono azul. Al pasar junto a nosotros, chiquillos, nos hizo una caricia
en la cabeza a cada uno. »
Arrastrado hasta el Polvorín, en la carretera de Serón
a Baza, lo obligaron a cavar su propia fosa. Como los milicianos de Serón
no se atrevían a matarlo, llegaron refuerzos desde el pueblo granadino
de Caniles. Al intentar bendecir el siervo de Dios a sus verdugos, éstos
le golpearon hasta fracturarle el brazo. Fue martirizado a los cuarenta y
cinco años de edad.